reseñas

“Cuerpos inadecuados” de Antonio Diéguez (Herder, 2021)

Si recuerdas la reciente miniserie Years and years (2019), seguramente recordarás Bethany, la hija de Celeste y Stephen, cuando les confiesa a sus padres: “creo que soy trans. No transexual, sino transhumana”.  

De no ser ficción, sería una predicción excesivamente fantástica para Antonio Diéguez que en este libro presenta las tesis del transhumanismo y refina los propios argumentos para ofrecer réplicas consistentes. La bases del discurso transhumanista están perfectamente definidas en las primeras líneas del libro: “la convicción de que el ser humano está en un soporte inadecuado (su cuerpo biológico, tal como nos ha sido legado por la evolución por selección natural) y que la tecnología puede por fin remediar esa deficiencia”. En este sentido, el transhumanismo considera que ha llegado finalmente la hora de llevar a efecto la separación entre “lo que somos en realidad y de forma más auténtica y el supuesto soporte sobre el que se sustenta y  de deshacerse del soporte corporal biológico, al que no se ve más que como fuente de limitaciones y de sufrimiento”.   

El libro se divide en 6 capítulos donde se abordan los diferentes aspectos de los argumentos transhumanistas. En el primer capítulo se hace referencia a la singularidad, un acontecimiento hipotético que consistiría en el aumento de la inteligencia artificial hasta superar la inteligencia humana y tomar el control, con tanta capacidad constructiva como destructiva (el “reino sin rivales” de la IA es la sobrenaturaleza, en términos orteguianos, de espacios virtuales como el famoso Meta). En él se destaca uno de los grandes defensores de la singularidad, David Chalmers, y su apuesta por una consciencia e identidad preservada en una inmortalidad basada en la descarga de nuestra mente en una máquina. Es decir, en un sistema artificial no orgánico. Diéguez muestra la exagerada atención que esto ha recibido, en base a los resultados de las investigaciones actuales.

En el segundo, Diéguez aborda los anhelos de inmortalidad del transhumanismo mediante biomedicina y nanotecnología, y nos recuerda que ya existen empresas que trabajan en ofrecer una vida de duración indefinida. El tercero es el de mayor sustancia filosófica, porque se dedica plenamente a analizar los supuestos teóricos del transhumanismo, donde el autor apuesta por aprovechar los beneficios de las nuevas tecnologías sin tener por ello que asumir los presupuestos filosóficos de esta corriente. De hecho, por ejemplo, frente al solucionismo tecnológico el autor reivindica la importancia de una ética digital con la misma entidad que una bioética, que tiene un papel importante en el cuarto y especialmente en el quinto capítulo. En el cuarto se amplía el foco del ensayo para discutir el concepto esencialista de la naturaleza humana, y ofrecer argumentos para decidir si una manipulación tecnológica es censurable o no; en el quinto, se hace lo mismo discutiendo la debilidad de los argumentos que apelan a la dignidad humana para oponerse al discurso transhumanista. Finalmente, en el sexto capítulo se abordan las tecnologías de mejoramiento en animales. Un epílogo final hace referencia a la cuestión tras el acontecimiento omnipresente que estamos viviendo: la pandemia de Covid-19, para reivindicar la necesidad de una tecnología que no esté solo al servicio de las élites.  Diéguez ha escrito un libro de gran honestidad intelectual y relevante para cualquier persona que quiera pensar el transhumanismo y su futuro. 

Diego Civilotti – 20/01/2022

“Diario de una filósofa embarazada» de María Martín Gómez (Tecnos, 2021)

María Martín Gómez es profesora de filosofía de la Universidad de Salamanca, con aportaciones académicas muy interesantes sobre el Renacimiento, la hermenéutica, y el pensamiento hispanoamericano, en especial sobre Fray Luis de León y la Escuela de Salamanca -cuestión crucial para los que tratamos de pensar en esta lengua y en la que ojalá tengamos tiempo de entrar en el futuro-. Pero además de todo eso, es una mujer que un día decidió ser madre, y como muchas madres primerizas comenzó a buscar información; en su caso bibliografía filosófica sobre la gestación o sobre la maternidad. ¿Qué nos dicen los clásicos del pensamiento occidental acerca de esa vivencia tan profunda cómo es la de ser madre? Pues no nos dicen nada, o muy poco. Y eso es lo que empujó a Martín Gómez a escribir(se) un texto que hablara del embarazo en diálogo con la historia de la filosofía occidental.

Así, podemos encontrar reflexiones sobre la salud que acuden a Gadamer, sobre la naturaleza humana que acuden a Sartre, al tiempo y la espera que acuden a Heidegger, a la perspectiva individual de la realidad que acuden a Ortega y Gasset… Y en muchas ocasiones a lo largo de este diario, siendo fieles a la disciplina, preguntas incómodas que nos expulsan de las certidumbres trazadas por lo socialmente aceptado en torno al embarazo y la maternidad.

Desde un enfoque puramente filosófico, el texto es muy introductorio y divulgativo. Puede ser interesante entre aquellos que se están acercando a la filosofía y han sido madres -también padres-. Entre los que no hemos experimentado la maternidad o paternidad, la mirada profunda de la autora sobre un hecho en el que no solemos depositar una mirada filosófica, nos descubre muchos matices que nos pasan desapercibidos, y en algunos casos, difíciles de comprender. Un libro

En resumen, la autora elabora un diario muy personal, incorporando todos los temores y dudas de la vivencia, y regado de referencias filosóficas y reflexiones al hilo de todo lo que experimenta durante su primer embarazo. Si bien es cierto que funciona casi de gancho para trasladar al mundo de la filosofía lectores “externos” a ella a través de la maternidad, sería fantástico que tuviera una recepción dentro del mundo académico-filosófico como seguro que lo está teniendo fuera de él. Como mínimo para constatar dos cosas, que la autora expone con rotunda claridad; que el pensamiento occidental deja a la sombra muchas vivencias y realidades -más cuando se trata de una historia escrita en su mayoría por hombres- y que el discurso filosófico muestra su impotencia para dar respuesta a la vivencia individual de las realidades fundamentales del ser humano, de la vida y la muerte. “La filosofía no me ayudó a entender todos los procesos de cambio que experimentó mi cuerpo durante la gestación de un ser humano”. Porque el valor de la filosofía es precisamente el de lidiar con las preguntas, saber vivir en la incertidumbre y ser capaz de distinguir lo importante de lo secundario. También, saber que lo primero no es la filosofía, sino la vida, como nos recuerda desde hace diez siglos Anselmo de Canterbury. Ese es también el legado que esta madre filósofa se propone dejar a su primer hijo, al que se dirige en este Diario de una filósofa embarazada.

Diego Civilotti – 13/01/2022

“Ética y Responsabilidad. La condición responsiva del ser humano” de Graciano González R. Arnaiz (Tecnos, 2021)

Graciano González es Catedrático de Ética de la Universidad Complutense de Madrid, se ha dedicado principalmente a problemas éticos en las sociedades actuales y al ámbito de la bioética, y hace en este libro un ejercicio académico y técnico de profundidad acerca de la responsabilidad como tema clave de la Ética. Por qué se exige responsabilidad, qué significa ser responsable y por qué tengo que serlo; interrogantes todos de gran actualidad, porque se habla de responsabilidad individual y colectiva constantemente en lo que González llama la “cultura ética de la responsabilidad”.   

El autor explica en la introducción su punto de partida: la responsividad como base para de nuestra condición de sujetos morales, seres respondientes; es decir, tanto nuestra capacidad para responder como la respuesta. En este sentido, dos caminos se presentan en la Ética o Filosofía Moral: corriente arriba (en la capacidad para responder, hacia el inicio y el significado de la moralidad) y corriente abajo (en la palabra, para dar una respuesta y dar cuenta reflexiva de la moralidad). 

El libro se divide en tres partes. En la primera se analiza la historia y tardía aparición de la responsabilidad en el foco de la ética (con la obra de Max Weber como momento inicial y de Hans Jonas como momento clave), las dificultades que presenta una teoría ética de la responsabilidad y el papel que ha tenido la Ética Aplicada en distintos campos profesionales. En la segunda parte se trata la cuestión central: esa estructura responsiva del ser humano que revela la estrecha relación entre Ética y Responsabilidad. En ella se presenta superar la desmoralización de la responsabilidad que apunta al anonimato como el gran reto de la actualidad (p.138). La tercera y última parte aborda la cuestión de una razón responsable que tiene que dar cuenta de esa condición responsiva. Un corolario final aplica el enfoque de la responsividad a un ámbito en el que Graciano González ya ha trabajado, los principios de la Bioética y problemas que tienen que abordar por ejemplo, profesionales de la salud.

Un indispensable -pero a leer con calma y lápiz en mano- que no esquiva dificultades para tener un conocimiento sistemático y riguroso acerca de la responsabilidad.

Diego Civilotti – 16/12/2021

“Los cuentos de Hegel” de Blas Matamoro (Taugenit, 2021)

La gran epopeya del espíritu, cuyo narrador es la filosofía, y donde el espíritu es el conjunto de producciones y saber acumulado por la humanidad en un largo proceso histórico de gestación. Citando las palabras de este libro, “es lo que hace caber todo en la inmanencia del mundo por medio de la historia: evolución y progreso. Ciencia, política, sociedad” (p.22), o “el Espíritu va a todas partes y no se queda en ninguna. Es como un barco que navega y toca, de cuando en vez, la tierra firme (…) es la condición de la historia, el no lugar sin tiempo que motiva los cambios de lugar y las fechas del derrotero” (p.25).  

Así se ha leído a veces la temida y temible Fenomenología del espíritu, la gran obra de Hegel. Blas Matamoro también lo hace, pero con una mirada propia y ofreciendo argumentos muy interesantes para respaldar esa lectura, empezando por el hecho de que los primeros de los que situamos en el inicio de eso que llamamos filosofía (momento pre-filosófico para Hegel) eran narradores que procuraban ordenar y dominar el mundo (encontrar la unidad de lo múltiple) mediante relatos.

En este sentido, el ensayo nos confronta con la misma esencia de la filosofía desde la mirada hegeliana, narrativa y por lo tanto, necesariamente discriminadora aunque apunte a la Totalidad (o precisamente por eso). Todo esto lo explica Matamoro, como una identificación del discurso estético y filosófico, en lo que llama Preludio imprescindible. A partir de entonces una serie de capítulos breves -17- a modo de escenas teatrales, abren pequeñas puertas que navegan por las obras y la biografía intelectual de Hegel. Lo hacen con mucha agilidad y claridad, y ese es el gran mérito de este libro: surfear sobre el oleaje conceptual del pensamiento hegeliano y alumbrar todas las oscuridades que siempre se le han reprochado. Aunque no estricto, lo hace siguiendo generalmente un orden cronológico, desde El joven faraón, donde se nos presenta al joven Hegel en su época, pasando por el capítulo titulado La novela del fantasma en el que se presenta la escena novelesca que remite a la Fenomenología (la toma de Jena por Napoleón) y alguno que lee Hegel desde la experiencia personal de un joven Matamoro de izquierdas, en la facultad de Derecho (Memorias de un estudiante de Derecho) hasta llegar a un capítulo brillante, Biografía de Dios, donde el autor sintetiza aspectos clave de la filosofía de la religión hegeliana en menos de diez páginas. Es una crónica de viaje, de su viaje por Hegel, pero que precisamente por ser tan personal logra interpelar al lector que deberá completar ese viaje atreviéndose a la lectura de Hegel, siempre con buenas compañías como la que ofrece este ensayo profundamente narrativo.

Recurriendo muchas veces a figuras retóricas, Matamoro encuentra siempre la palabra justa y la expresión precisa. Una lectura que recomendaría tanto a los desesperados de Hegel, como a los esperanzados de seguir extrayendo provecho de su pensamiento.  

Diego Civilotti – 25/11/2021

“Vulnerabilidad” de Miquel Seguró Mendlewicz (Herder, 2021)

Lo primero que llama la atención en este ensayo de Miquel Seguró, es la facilidad con la que desde un margen toca el centro del pensamiento filosófico, hasta hacer resplandecer el margen como centro. Hablando de la vulnerabilidad como elemento nuclear de la condición humana, se iluminan paulatinamente rincones inesperados en cada párrafo de un texto construido sobre las raíces de la larga tradición de la antropología filosófica.      

La figura de René Descartes (su experiencia vital, intelectual y su legado) y la duda como momento paradigmático es el ostinato a lo largo del volumen. Seguró califica su filosofía como una “filosofía de la incertidumbre”, la aspiración de una inalcanzable certeza en una de las voces más influyentes de nuestra cultura con la que dialoga el ensayo. Junto a ella, una imagen constante que acompaña el arsenal conceptual: la de un círculo imperfecto que nunca acaba de cerrarse sobre sí mismo.    

Tras una breve introducción, a lo largo de dos grandes partes que se enfrentan a lo íntimo y  lo colectivo (“Pathos de la vulnerabilidad” y “Ethos de la vulnerabilidad) a las que se añade un corolario final (Mundus est fabula) el autor se vuelve sobre el propio lenguaje, desmonta las palabras, examina sus partes, y las vuelve a montar, en lo que ya anuncia en las primeras páginas que será una arqueología ontológica. En la primera parte se sondean todas las dimensiones de la vulnerabilidad relevantes para una epistemología: “la filosofía es la experiencia más clara de la vulnerabilidad epistemológica” (p.29), escribe Seguró. La experiencia vital de Descartes y su duda, en diálogo con su época y con la nuestra es la protagonista, en una lectura que derriba un gran número de tópicos asentados en nuestro imaginario sobre el cartesianismo. Todo culmina en dos apartados brillantes acerca de la razón vulnerable y la razón encarnada, donde Seguró matiza el dualismo cartesiano.    

La segunda parte nos conduce a pensar la ética y la política como materializaciones de la experiencia de la incertidumbre. Interesante, cuando como recuerda el autor, en Descartes no encontramos una aportación sistemática en ese aspecto y sólo tropezamos con el pragmatismo de lo que llama una “moral provisional” en el Discurso del método. Una consideración que el autor examina en profundidad, analizando el alcance y significado de esa provisionalidad y la tensión entre ética y moral, y haciendo incursiones en cuestiones que orbitan alrededor de todo eso, como el relativismo, la ética del cuidad, la experiencia de la enfermedad, la comunicación, la empatía o nuestra relación con la muerte, hasta llegar de manera orgánica a reflexiones en el campo de la filosofía política acerca de democracia y soberanía. Y un corolario necesario: la reivindicación de una vulnerabilidad compartida. 

Se trata de un ensayo audaz y repleto de tensiones, donde la forma no traiciona el contenido sino que lo desarrolla de manera eficaz y muy sugerente. Un viaje intelectual apasionante y escrito con un estilo pulido y preciso, que nos invita a la vulnerabilidad que supone pensar y pensarse.

Diego Civilotti – 18/11/2021

“La era de Casandra. Una apología del no saber” de David Casacuberta (UAB, 2021)

La reivindicación de no saber. Así comenzaba este podcast hablando de la genuina actitud socrática y de los diálogos de Platón. Con este libro, volvemos al principio, porque David Casacuberta -brillante filósofo y pensador muy atento a las realidades actuales de nuestra sociedad- hace esa reivindicación desde un lugar diferente, pero recuperando la genuina actitud filosófica que debe dudar y retirar todas las certitudes en las que tanto nos gusta descansar.

El punto de partida es el siguiente: el propio título, asociado a un personaje mitológico que hacía profecías mientras los ciudadanos no creían en ellas, se autodestruye si lo analizamos con calma, y el autor lo coloca en la portada haciendo un uso irónico de la expresión. Casacuberta sostiene que existe, en la actualidad, una tendencia a simplificar y reducir la complejidad de la realidad a un principio. Ya sea desde el optimismo exagerado o desde la mirada apocalíptica, se suele reducir todo a la era de X, que en definitiva no existe. Casandra es, pues, esa tentación de la que nadie está a salvo debido a nuestra condición humana, sedienta de explicaciones y soluciones sencillas.

El texto se organiza en seis capítulos, pero se podría dividir en tres partes. Los primeros tres capítulos analizan las bases teóricas del efecto “Casándrico” con sus implicaciones éticas, sociológicas y epistemológicas; un interludio dedicado al net.art (arte pensado por y para internet) como ejemplo de Casandra y dos capítulos sobre el impacto social de las tecnologías digitales, y un capítulo final que recoge todo. En este, se lleva a cabo una reivindicación de la actitud de no saber, no como apología de la ignorancia o la irracionalidad, sino precisamente para poder observar el mundo desde una nueva perspectiva, por incómoda que resulte, que es la de no saber; no descansar en el hábito, la obviedad o el lenguaje, que es “la base de todo acercamiento filosófico serio” (p.144), ya sea en nuestra tradición o en otras como el pensamiento oriental. Un capítulo que finaliza con una conclusión inspirada en el Tractatus de Wittgenstein, copiando el inicio (“el mundo es todo lo que acaece”) y culminando, tras ofrecer la fórmula de un efecto Casandra, en el siguiente punto: “El no saber es mucho más íntimo que el saber”.

Con todo, son el cuarto y quinto capítulos el corazón del ensayo. Las tecnologías digitales son el campo al que el autor aplica su planteamiento, por su relevancia y porque el impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación es su propio campo de estudio desde hace años. En esos capítulos revisa conceptos como “nuevas tecnologías”, muestra que las tecnologías no tienen una esencia o naturaleza, explica por qué internet no existe como tal, y señala los peligros del solucionismo (la creencia de que cualquier problema humano tiene una solución puramente tecnológica), desde el funcionamiento de los algoritmos de aprendizaje automático (machine learning) y en general desde la IA.

Con su ensayo Creación colectiva (2003) alguien me dijo, con razón, que Casacuberta era un rey Midas de la filosofía, que convertía en oro todo lo que tocaba. En ese caso, dando algunas claves acerca de la figura del creador en la cultura digital. En este, poniendo todas sus herramientas procedentes de la lógica, la filosofía del lenguaje o la filosofía de la ciencia para estudiar con rigor, humor y un estilo ameno, nuestro gran punto débil: el horror a la incertidumbre y la huida hacia el facilismo y el reduccionismo.

Diego Civilotti – 11/11/2021

“Sobre izquierda alternativa y cristianismo emancipador” de Francisco Fernández Buey (Trotta, 2021)

Ha editado Trotta este año un conjunto de escritos de Francisco Fernández Buey, notable pensador español y uno de los más grandes especialistas en la obra de Antonio Gramsci, fallecido hace casi diez años. Todos ellos, escritos en distintos espacios y situaciones, giran en torno a la relación del papel que puede (y debe, según el autor) jugar el pensamiento cristiano en la reconstrucción de la izquierda política.

En efecto, Fernández-Buey, creía que una nueva izquierda transformadora debía alimentarse de la tradición cristiana emancipadora, necesariamente herética frente al poder económico de las religiones institucionalizadas. ¿Cómo? ¿Un comunista ateo creía eso? Claro, porque no tenía una noción reduccionista y estrecha ni del comunismo ni del cristianismo y las tradiciones espirituales.

El volumen se divide en tres grandes bloques que sirven para organizar los escritos. En el primero, textos que nos permiten entender las premisas teóricas desde las cuales hace dialogar la izquierda política y el cristianismo como movimiento emancipador. También este primer conjunto de textos son una buena entrada para entender su lectura crítica de Marx (en especial de la mirada estrecha que Marx tenía sobre la religión), su oposición al comunismo autoritario (y su defensa de un comunismo libertario), la relación que establece entre religión, utopía y movimientos sociales… y desemboca en un artículo excelente para comprender los matices de su anti-cientifismo, y qué relación debe tener el conocimiento científico y el conocimiento sapiencial de las religiones. El segundo bloque se centra en tres figuras entendidas desde un cristianismo comprometido con la liberación de los pobres: Bartolomé de las Casas -que nos lo trae desde el siglo XVI a la actualidad- Simone Weil -y su profunda sensibilidad mística- y José María Valverde -definido como un comunista cristiano-. Finalmente, el tercer apartado nos permite rastrear en el horizonte que Fernández Buey siempre dibujaba: propuestas para una izquierda siempre en reconstrucción e incluso en refundación, que comienza con la última entrevista que concedió el autor, un año antes de morir. En ella, no duda en afirmar que de la cultura laica contemporánea no nacen respuestas a los grandes problemas de la humanidad, como la pobreza o la emigración, y que a partir de eso, los movimientos religiosos despiertan un gran atractivo especialmente entre las víctimas de ese mundo. Una entrevista con fragmentos desoladores, cuando alguien a quien le ha interesado tanto el concepto de la esperanza y la utopía, a la pregunta acerca de cómo ve el mundo hoy (2011), responde: «Nos han desarmado políticamente e ideológicamente. El estado generalizado es de pesimismo y depresivo (…) Estamos en un momento pre-político». En resumen, un bloque final que nos permite comprender que para Fernández Buey la izquierda política tradicional formada por los partidos socialistas y comunistas es insolvente para cambiar el mundo de base.

El volumen viene precedido de una introducción biográfica y un estudio sintético de las ideas del pensador palentino, realizado por el responsable de esta edición, el profesor Rafael Díaz-Salazar, a quien sólo podemos agradecerle la iniciativa.

Diego Civilotti – 04/11/2021

“Qué es el veganismo” de Valéry Giroux y Renan Larue (Plaza y Valdés, 2021)

Vio su primera edición en 2017 en Francia y este año ha sido traducido en Plaza y Valdés. Un título que, como me decía su propio editor, ha despertado interés. Y es lógico: promete algo que necesitamos en tiempos de confusión.

Uno de los propósitos de “Un libro en el bolsillo”, sección del podcast que estrenamos a principios de la segunda temporada, es el de hablar de cuestiones que generan controversia y debate en la actualidad, pero hacerlo con textos que nos permiten ir más allá de las proclamas superficiales que tanto abundan en las redes.

Este libro logra cumplir con eso y lo hace aclarando conceptos que en esos debates suelen confundirse. Y además, lo logra en pocas páginas. Una doctora en filosofía y un doctor en Literatura -Valéry Giroux y Renan Larue- muy activos en la defensa de los derechos de los animales, unen esfuerzos para ofrecer un trabajo sencillo, sintético y riguroso. Qué es el veganismo aborda el veganismo como consecuencia normativa de la ética animal, que es una rama de la filosofía moral hasta hace 50 años muy minoritaria. La ética animal tiene su fundamento científico en la “sintiencia” animal, a partir de la cual podemos considerar a los animales sujetos morales, y por lo tanto miembros de la comunidad moral y no recursos para nosotros, en situación de igualdad con los seres humanos. Veremos que en Kant precisamente la moralidad se basa en considerar a los sujetos morales como fines en sí mismo, y no como medios a nuestra disposición.

Lo que asume esta postura, es que todas las actividades que causan sufrimiento a los animales son innecesarias, desde la ropa hasta la alimentación. Desde esa premisa, Giroux y Larue critican el veganismo desde una perspectiva animalista, analizando en qué sentido cierto veganismo desplazaría la cuestión desde la acción política a la moral individual, desarmándola frente a las instituciones y la sociedad.

Más allá de una controversia gastronómica, el libro recorre la dimensión ética y sociopolítica de nuestra relación con las otras especies, y -no podía ser de otra manera- tiene tintes de manifiesto en guerra contra intereses muy concretos de la industria agroalimentaria, que sostienen la “frágil hegemonía” del carnismo. Porque es el carnismo, junto al especismo (concepto que propuso Richard Ryder hace 50 años, equiparable al racismo o al sexismo) los que sostienen el antropocentrismo, que nos hace vernos como la cima de la naturaleza. De hecho esta es una propuesta para un movimiento de justicia social que libere a los animales. Dicho sea de paso, este carácter de manifiesto hecho desde una trinchera y su brevedad, lleva en ocasiones a establecer conclusiones polémicas muy apresuradas o sin la necesaria justificación, como aquellas referidas a una “psicología de los veganos” (p.57) que requeriría más espacio. Por debajo de una guerra cultural de raigambre intelectual, existe una guerra económica y política, que como afirma este texto, se cobra millones de víctimas a diario.

Muy breve y de lectura sencilla, es una excelente introducción al movimiento y también a las nociones fundamentales del veganismo en todo aquello que implica para la filosofía moral actual, que es mucho, y que debería ser leído especialmente por aquellos a las antípodas del movimiento y a quienes les incomoda su auge.

Diego Civilotti – 28/10/2021

“Ilustración, progreso, modernidad” de H. Stucke, R. Koselleck y H.U. Gumbrecht (Trotta, 2021)

Pocas veces como en este caso, tendrá tanta sintonía un libro con el desarrollo del podcast. Ilustración, progreso, modernidad toca la columna vertebral de las cuestiones que estamos tratando, al introducirnos en el ambiente y la obra de Immanuel Kant.

El título se corresponde con tres voces que forman parte de un diccionario gigantesco, publicado desde 1972 y a lo largo de 25 años en 7 tomos, los Conceptos históricos fundamentales. Léxico histórico del lenguaje político-social en Alemania. Un trabajo que, más allá de analizar una época en el caso de estos tres conceptos, y proporcionarnos herramientas metodológicas para acercarnos a ella, funda toda una escuela de gran influencia en la filosofía europea. Reinhart Koselleck, autor de la redacción del concepto de Progreso, es uno de los artífices y editores del diccionario.

Se trata de estudiar la historia de los conceptos (Begriffgeschichte), entendida como filosofía: una historia conceptual (de los usos de los conceptos) que nos lleva a limpiar el lenguaje de los abusos terminológicos del lema y los reduccionismos, a ser más rigurosos, y a interpretar fenómenos históricos con mayor detalle y profundidad. Por ejemplo, este trabajo nos ayudaría a entender que Kant no utilizaba conceptos con el uso que le damos hoy, porque de hecho los conceptos son como la tierra, hechos de capas semánticas que se han ido sedimentando, y al mismo tiempo permiten construir sobre ellos un horizonte. Y por eso, entre otras cosas, son materia filosófica de primer orden, más allá de hacer una historia o rescatar datos del pasado.

En el caso de esta tríada conceptual, ilustración, progreso y modernidad, se trata del corazón de un periodo histórico que Koselleck llamaba Sattelzeit, entre 1750 y 1850, y que es la semilla de la modernidad en la medida en que configura una determinada manera de entender el tiempo histórico, que tiene sus grandes momentos en la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. Sattelzeit es una metáfora, como explica muy bien Faustino Oncina en el estudio introductorio, que transmite el sentimiento de ímpetu y velocidad de la época: significa silla de montar de los caballos pero también el paso más alto de una montaña por el que se desciende rápido después de haber ascendido lento. La modernidad es el tiempo nuevo (neuzeit), y ese es el tiempo de la aceleración que hace posible el progreso, que significa caminar hacia delante. Una teoría que ha sido y sigue siendo revisada y criticada, pero que es importante conocer si queremos conocer cómo hemos leído desde el siglo XX la modernidad.

Esta edición recoge esas tres aportaciones de una historia conceptual que funcionaría casi como introducción a una historia histórica: primero, la Ilustración a lo largo de casi 130 páginas en manos de Horst Stuke, que fue Catedrático de Historia Social y Económica en Frankfurt. Después, el progreso por Reinhart Koselleck, y finalmente, la voz moderno, modernidad por Hans Ulrich Gumbrecht, el único que vive de los tres, actualmente en la Universidad de Stanford. Un libro de lectura exigente pero apasionante, porque nos permite reseguir el devenir de esos conceptos en manos de figuras como Kant, Mendelssohn, Hegel, Schiller, Herder, Marx… y que nos dicen tanto sobre ese periodo como sobre nosotros mismos, como demuestra Gumbrecht en el último apartado de su texto, al referirse a la conciencia de la modernidad del siglo XX como imperativo de cambio, que sigue vigente.

Diego Civilotti – 21/10/2021

“Técnica y Tecnología” de Adrián Almazán (Taugenit, 2021)

La tecnología es tan sólo una fase de la historia de las técnicas, que arranca en la modernidad capitalista occidental. Este es el punto de partida de este ensayo de Adrián Almazán, Doctor en Filosofía, y muy interesado en sus investigaciones por la dimensión política de la tecnología. El subtítulo del libro ya es una toma de posición del autor: “cómo conversar con un tecnolófilo”. No, por lo tanto, con un tecnófilo, porque lo primero que hace es distinguir los conceptos de técnica y tecnología, donde esta última es la forma de técnica que domina hoy. Una distinción que le servirá para analizar las implicaciones de cuatro prejuicios a lo largo de cuatro capítulos. El primero, que “siempre ha habido tecnologías y siempre la habrá porque es lo que nos hace humanos”; el segundo, que “no se puede luchar contra el progreso”; el tercero, que “las tecnologías no son buenas ni malas. Lo que importa es cómo las utilicemos”; y el cuarto, que “sólo la tecnología puede sacarnos del lío en el que la tecnología nos ha metido”.

No es que Almazán se declare un tecnófobo; y de hecho, esta es una caricatura que rechaza de entrada. Más bien se trata, como analiza en el primer capítulo, de que debajo de una gruesa capa de prejuicios que recubre nuestro concepto de tecnología, se encuentra una determinada ideología dominante, que nos ofrece entre otras cosas, una sociología, una teoría política, una teoría de la educación… o una antropología resultado de la suma del Homo eoconomicus y el Homo faber.

También una filosofía de la historia dominada por un imaginario del progreso, como estudia en el segundo capítulo del libro, que se consolida en la Ilustración y en el siglo XIX, pero que arranca mucho antes, en la Edad Media. Todo esto determina las relaciones que establecemos entre nosotros, y con la naturaleza, de tal modo, que no cabe hablar de una “neutralidad” de la tecnología, como sostiene Almazán. Filosóficamente es este segundo capítulo, donde lleva a cabo una genealogía del progreso, quizás el más agudo, donde el autor observa todo con una mirada transversal, alimentándose de diferentes disciplinas y poniéndolas en relación, para analizar fenómenos como el consumo de combustibles o la producción alimentaria. Todo lo que ha llevado a lo que denomina “fracturas metabólicas destructivas e insostenibles” a partir de la Gran Aceleración desde los años 1950.

Ni la técnica, ni la tecnología (como tipo específico de técnica), son neutrales. El autor lo argumenta desde una ontología socio-histórica, describiendo el fenómeno tecnológico más allá de los objetos, incorporando las dimensiones sociopolíticas que construye y consolida, porque el propio objeto determina una relación con él y del usuario con su propia vida, más allá de que la técnica es un factor de cambio. Como dice Almazán, “las técnicas expresan maneras de aprehender el mundo y de situarse en él”. Es decir, el individuo es moldeado por la técnica que crea y utiliza.

Finalmente, el tecno-optimismo o mesianismo tecnológico tan extendido en nuestros días, es combatido en el último capítulo y señalado como tecnolatría, acompañado de una noción de progreso que nos ha vuelto incapaces de pensar futuros alternativos. Porque para el autor de este ensayo a contracorriente, el desarrollo tecnológico no es imparable ni irreversible. Como dice Andoni Alonso en su epílogo, ninguna opción política actual mayoritaria, ninguna de las ideologías, ve las trampas y espejismos del desarrollo tecnológico.

Diego Civilotti – 14/10/2021