José Barrientos-Rastrojo tiene una larga experiencia en el ámbito de la Filosofía Aplicada; un tiempo que coincide aproximadamente con el tiempo en el que se ha abierto paso en nuestro entorno cultural, a través de experiencias y publicaciones académicas. En efecto, hablamos de uno de los primeros en hacerlo en nuestra lengua. Filosofía Aplicada Experiencial es una excelente herramienta para una primera definición y encuentro con ella, en la que se invierten procesos y donde incluso las clases teóricas se acompañan de actividades que conducen a una aproximación experiencial de los contenidos.
Este libro recoge toda la experiencia del autor, donde confronta la filosofía aplicada con las principales críticas que ha recibido, de tal manera que nos permite calibrar el alcance de su propuesta. En la búsqueda de “una filosofía que no sólo influya en nuestras ideas sino que transforme nuestra existencia”, Barrientos desgrana los mimbres teóricos de la Filosofía Aplicada, con raíces en la antigüedad (como sucede en el peso que tiene el estoicismo en su proyecto de Filosofía Aplicada en Prisiones BOECIO), y hace caminar por el desfiladero muchos postulados de la filosofía teórica, que incurren en contradicciones cuando no contemplan esa dimensión aplicada. No se trata de oponerse a ella, al contrario; la filosofía aplicada completa la filosofía teórica a partir de vivir una teoría y adquirir con ello un conocimiento más profundo de esta. Lo que nos propone el autor, especialmente en la primera parte, es una filosofía ampliada o enriquecida con otros discursos e interlocutores.
Un enfoque que invierte el proceso habitual, donde un contenido producto del discurso filosófico se imparte hacia un receptor (estudiante, consultante…), para que en este caso sea este receptor, quien genere un discurso filosófico. En este sentido, la Filosofía Aplicada presenta un gran potencial en entornos educativos y también en personas con riesgo de exclusión social, que no han podido dotarse de los instrumentos para tener una voz en el espacio público: una filosofía hecha desde los marginados del sistema (lo que Barrientos señala en el cuarto excurso, a partir del pensamiento de Axel Honneth, “devolver la voz al menospreciado”).
Una especie de vuelta a la caverna, que se hace reivindicando el rigor en la formación del filósofo aplicado, y también la práctica filosófica como tal, sin una dimensión terapéutica dotada de una normatividad determinada, aunque la propia práctica produzca beneficios que Barrientos detalla y resume con datos concretos, como la reducción del consumo de droga en prisiones.
Lo que combate Filosofía Aplicada Experiencial es esa disonancia entre un discurso y su práctica (“una impostura en la que su incongruencia acaba siendo su carta de presentación”), que nos conduce a la siempre incómoda pregunta por el lugar de la filosofía en la sociedad). En definitiva, estamos ante la historia del itinerario intelectual de un filósofo aplicado (mezclando teoría y práctica desde el principio), con todas sus experiencias, conquistas, retrocesos y dudas genuinamente filosóficas, que nos invitan a considerar y contribuir (a todos, sea cual sea nuestro bagaje y trayectoria) en un aspecto tradicionalmente arrinconado por los entornos académicos.
Diego Civilotti – 20/05/2021