“¿Hay derecho a mentir?” de Immanuel Kant y Benjamin Constant (Tecnos, 2021)

Bajo este título y el subtítulo La polémica Immanuel Kant – Benjamin Constant sobre la existencia de un deber incondicionado de decir la verdad, reedita la editorial Tecnos cuatro textos a lo largo de los cuales tuvo lugar, a finales del XVIII, una interesante polémica entre Kant y Constant. Esta nueva edición de Eloy García, Catedrático de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid (2ª edición, diez años después de la primera) además de un amplio estudio del editor, incluye al principio un estudio preliminar del profesor Gabriel Albiac.

El primer texto de Kant, tomado de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres. La crítica de Constant, de un artículo aparecido en 1796, donde habla del movimiento contrarrevolucionario en Francia. Tercero, la rápida réplica de Kant en un ensayo titulado Acerca de un pretendido derecho a mentir por filantropía. Y por último, un añadido de Kant tomado de La Metafísica de las costumbres, donde habla de la sinceridad como un deber hacia sí mismo.

La cuestión es simple, aunque la discusión no sea sencilla, y mucho menos las implicaciones que tiene para la historia de la ética y el pensamiento político moderno. Por un lado, Kant convierte la sinceridad en un absoluto y decir la verdad en un deber -como veremos en el podcast, desde una ética normativa basada en principios incondicionados-, mientras Constant huye de ese purismo normativo, que haría imposible la sociedad, teniendo en cuenta las consecuencias de la mentira, que puede ser un bien y defendiendo que nadie tiene derecho a una verdad que haga daño a otros. En una carta, de hecho, cuando le amenazaba la censura, Kant le dijo a Mosés Mendelssohn, “nunca diré nada contra lo que pienso”. Pero todo esto ocurre en el marco político concreto del Terror y la Dictadura que sigue a la Revolución Francesa, cuando se persigue a los enemigos de la República, y se multiplican las acusaciones y denuncias a todo el que se considera enemigo del pueblo.

Los 4 textos ocupan poco más de 40 páginas, pero la miga y el recorrido filosófico las desbordan, como demuestran los dos estudios; primero, el de Albiac, situado al principio pero en fondo y forma sea un corolario. Inspirado y acompañándose de Vladimir Jankélévitch y después de Spinoza para atacar las consecuencias de la ética kantiana, aunque exagere algunas circunstancias biográficas de Kant y en las primeras páginas parezca que vuelque sus propios combates ideológicos actuales (la mirada sobre la revolución francesa se homologa a otras revoluciones contemporáneas, y flota en ella el fantasma de Marx). La mentira es inherente a la consciencia humana, y Constant acierta, para Albiac. Pero ni Kant ni Constant salen bien parados del retrato; uno, un viejo funcionario que vive soñando con una revolución sin conocerla, desde una provincia de Prusia; el otro, un frívolo oportunista que escribe muy bien pero que como filósofo flojea. La repercusión de lo primero, Albiac la estira hasta hacerla llegar a Auschwitz como el momento del despertar, porque los discípulos de Kant van a ser esos idealistas alemanes que construyan una metafísica de la revolución, teologizando lo político y desencadenando lo que Albiac recuerda como “las mitologías de la razón”, en un siniestro juego de ingenuidad, alejados de las revoluciones: “lejos de la devastadora llamarada que ellos creen fulgor, fantasearán tres seminaristas de Tubinga” (Hegel, Schelling y Hölderlin). Es decir, la célebre tesis del nazismo como consecuencia lógica del Idealismo Alemán.

El estudio de Eloy García que cierra el volumen, es muy recomendable para introducirse en la cuestión y para tener una visión de conjunto de esta polémica intelectual, que como decía tiene un largo recorrido histórico.

Diego Civilotti – 07/10/2021