“La zarigüeya de Schrödinger. Cómo viven y entienden la muerte los animales” de Susana Monsó (Plaza y Valdés, 2021).

En muchas ocasiones el antropocentrismo nos hace creernos un animal único, pero la etología y la psicología comparada nos suele demostrar que no es así. En el caso de la vivencia y la comprensión de la muerte, también ha sucedido eso, con implicaciones filosóficas para nuestras propias preguntas sobre la condición mortal en sí misma.   

Susana Monsó es profesora en el departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia de la UNED y sus investigaciones se centran en las habilidades socio-cognitivas de los animales y sus implicaciones éticas. Con este libro, que se enmarca en la filosofía de la mente animal -una ampliación de la filosofía de la mente- aporta un enfoque filosófico novedoso a una disciplina que también lo es: la tanatología comparada, el estudio de las reacciones de diferentes animales ante la muerte de otros individuos.

Monsó comienza estableciendo una distinción: reacciones estereotípicas a la muerte (innatas, rígidas, automáticas, ligadas a estímulos sensoriales concretos…) y reacciones cognitivas a la muerte (aprendidas, flexibles, bajo control cognitivo, no ligadas a estímulos concretos…) para centrarse en las segundas, y más concretamente en aquellas cognitivas que son mediadas, además, por un concepto de la muerte. 

Teniendo en cuenta las dificultades que existen en los estudios sobre las reacciones de los animales a la muerte y los peligros del antropomorfismo (atribución de cualidades humanas que otra especie no tiene), la antropectomía (denegación de una característica típica del ser humano a un animal) y el antropocentrismo (sesgo que nos hace creer que nuestra especie tiene mas valor que las demás), la autora ofrece análisis muy detallados, abriendo numerosas puertas a la investigación, que para escapar del antropocentrismo deberíamos reconocer que tiene valor en sí misma, más allá de lo que nos descubra sobre nuestro concepto de la muerte, y que nuestra forma de pensar la muerte no es ningún estándar al que remitir la de las otras especies. Esto significa que si nos preguntamos por el concepto de la muerte de otras especies, tomando como referencia nuestro concepto de la muerte, nunca lo encontraremos: “esto supone una sobreintelectualización del concepto de la muerte” (p. 73). Eso sin contar, que el concepto de la muerte no se trata de algo binario, sino que admite gradaciones, de tal forma que Monsó recurre a lo que llama el “concepto mínimo de la muerte” (p.79), para descubrir qué animales lo tienen. A través de distintas metodologías (análisis lógico, experimentos mentales…) la autora destila los componentes esenciales de ese concepto y arrincona el antropocentrismo intelectual, como después lo hará con el emocional, ligado al duelo, antes de abordar la relación entre cognición, emoción y experiencia en el concepto de la muerte a partir del caso de los elefantes. El último capítulo es el que da el título al libro, donde se estudia el papel de la violencia y la tanatosis (simulación de la muerte) y necrofobia (aversión a los cadáveres) en la defensa contra los depredadores. 

El gran mérito de este ensayo a lo largo de sus siete capítulos y una conclusión, es la capacidad que tiene para comunicar de forma sencilla, amable y divertida el resultado de investigaciones muy innovadoras en el campo de la filosofía de la mente animal, sin abandonar un ápice de rigor académico. 

Diego Civilotti – 3/03/2022