“Neoexistencialismo. Concebir la mente humana tras el fracaso del naturalismo” de Markus Gabriel (Pasado & Presente, 2019)

Este librito es un complemento perfecto a Por qué el mundo no existe y Yo no soy mi cerebro. Del primero hablamos a finales de octubre, y el segundo es una ampliación, donde Gabriel desarrolla su perspectiva enfocada en nosotros mismos como seres espirituales conscientes.

En este libro, publicado originalmente en inglés, Gabriel dialoga con voces críticas sobre su propuesta desde el principio, desde la introducción de Jocelyn Maclure. Una introducción útil para acotar el término neoexistencialismo que utiliza Gabriel para definir su postura, o como mínimo para valorar su riqueza y ambigüedad, puesto que Maclure amplia la referencia más inmediata al existencialismo, incluyendo influencias de las “filosofías de la conciencia o de la subjetividad, del idealismo alemán, de la fenomenología, de la hermenéutica y de las filosofías de la existencia”.

El subtítulo, “concebir la mente humana tras el fracaso del naturalismo”, nos remite a Yo no soy mi cerebro. ¿Por qué esa preocupación por la mente y el problema de la conciencia? El interés por la conciencia reposa fundamentalmente en el hecho de que esta se presenta como uno de los últimos enigmas para la postura naturalista, que Gabriel combate en todos sus libros, que aquí reduce a ideología en el peor sentido de la palabra, y que es hegemónica en muchas corrientes actuales; lo recuerdo de nuevo, la postura que defiende que sólo existe la naturaleza, que coincide con el ámbito de objetos del que se ocupan las ciencias naturales. Y que por lo tanto considera que la verdad, incluida la que atañe a nuestro autoconocimiento, se limita a la ciencia. Si lo aplicamos a la filosofía de la mente, lo que Gabriel combate es todos aquellos planteamientos -muy numerosos e influyentes hoy- que consideran que la mente tiene que encajar en el orden natural, o que el cerebro fabrica pensamientos como el riñón fabrica orina.

En Neoexistencialismo además es muy explícito al describir el gran problema de la filosofía de la mente actual; Gabriel considera que el concepto de mente es tremendamente ambiguo y confuso, porque finalmente es consecuencia de nuestros esfuerzos de diferenciarnos del universo físico y del resto del reino animal.

Ya en Yo no soy mi cerebro Gabriel exponía dos cuestiones que son centrales en Neoexistencialismo. La primera, una aclaración respecto a su relación con el existencialismo, que está basada en la imagen de la libertad de Jean-Paul Sartre y que tiene sus raíces en una larga tradición desde la Antigüedad hasta la filosofía contemporánea pasando por la Ilustración francesa y el idealismo alemán. La segunda, una reivindicación del concepto de espíritu (el Geist alemán, que no tiene equivalente exacto en español), que no se deja reducir a los fenómenos naturales y de la filosofía del espíritu, que ha sido barrida y reducida sólo al fenómeno de la conciencia. Uno se relaciona con el otro, porque el Geist, además de ser una estructura explicativa de la acción humana, es la esfera de la libertad.

En este libro, dividido en una introducción y 5 capítulos, sólo 2 están escritos por Gabriel. El primero, donde sintetiza su postura (el más extenso, que se trata de una versión ampliada de un artículo presentado como conferencia en varias universidades), y el último, donde responde a las observaciones de los otros autores que escriben: Maclure en la introducción, y en los capítulos 2, 3 y 4, Charles Taylor, Jocelyn Benoist y Andrea Kern. Todas perspectivas interesantes, pero podríamos destacar la de Taylor, que obliga a Gabriel a refinar su postura y distinguirla del existencialismo.

Neoexistencialismo nos ofrece un pensamiento exigente, riguroso y muy sugestivo, que se robustece de la discusión actual, en uno de los campos más apasionantes de la filosofía contemporánea.

Diego Civilotti – 7/01/2021