Juan Manuel Aragüés, profesor de filosofía en la Universidad de Zaragoza y gran conocedor del pensamiento contemporáneo, es un autor interesante especialmente por su preocupación por comprender el mundo contemporáneo e intervenir en él. Eso se puede deducir no sólo del contenido de sus obras y de la trayectoria de sus ensayos (algunos más lejanos como De la vanguardia al cyborg, otros más cercanos como El dispositivo Karl Marx. Potencia política y lógica materialista y más aún en el caso de Deseo de multitud) sino también del propio estilo de escritura, directo y apasionado.
También es lo que sucede en esta novedad de Plaza y Valdés, donde con una admirable capacidad de síntesis, Aragüés nos ofrece un breve diccionario de ochenta pensadores que son herederos de lo que Paul Ricoeur denominó, al hablar de Freud y ponerlo en diálogo con Nietzsche y Marx, école du soupçon o “escuela de la sospecha”. La destrucción de una ingenuidad de la conciencia que había inaugurado la subjetividad moderna a partir de la aportación de René Descartes. La sospecha como aquello opuesto a la ingenuidad; el des-encantamiento del mundo en la crisis de la modernidad. No para rechazar el sujeto, sino precisamente para ir a sus raíces, de la misma manera que los surrealistas pretendían descubrir las profundidades de la realidad.
El propio Aragüés es un filósofo en la senda de la sospecha. Articulista habitual del diario El Salto en una columna titulada “El rumor de las multitudes”, hay un ostinato que recorre todas sus reflexiones: pensar las prácticas de construcción de subjetividad en las sociedades contemporáneas, no como simple ejercicio intelectual, sino para plantear construcciones de subjetividad antagónicas, reivindicando la dimensión práctica. Un planteamiento sólo posible a partir de esta tríada, y en especial de la obra de Karl Marx.
En este caso, se trata de un libro de consulta con afán divulgativo, que abarca todo el eco de Marx, Nietzsche y Freud desde finales del XIX hasta hoy. La tarea no es fácil, porque a diferencia de autores sobre los que existe una tradición hermenéutica asentada, entre estas “ochenta sombras” hay nombres en activo sobre los que el autor ofrece una presentación, una imagen en movimiento, como es el caso de Michel Onfray, Slavoj Žižek o Judith Butler.
Destaca el artículo dedicado a Cornelius Castoriadis, donde se subraya tanto su perspicaz crítica al capitalismo como su brillante lectura de la antigüedad griega, así como todas aquellas obras que nos ponen al día en el pensamiento feminista, como las de Rosi Braidotti, o la mencionada antes, Butler. Al final de cada autor se hace algo imprescindible en toda formación filosófica: poner en relación cada autor con otros autores.
Un libro particular en la producción de Aragüés, con una cierta asepsia que parece intencionada, no porque evite el juicio crítico (que lo practica, señalando falta de rigor o contradicciones cuando las detecta en los autores; y al fin y al cabo, toda selección implica juicio y discriminación) sino en el sentido de que no se corona este listado con ningunas conclusiones o reflexiones finales, en contraposición con el enfoque y la praxis habitual del autor. Las conclusiones o la praxis que derivemos de este paisaje quedan en nuestras manos. Una invitación que celebramos y aplaudimos.
Diego Civilotti – 18/03/2021