“Ortega y la técnica” de Marcos Alonso (Plaza y Valdés/CSIC, 2021)

En plena Cuarta Revolución Industrial, con fenómenos prometedores como la nanotecnología, la biotecnología… libros como este deberían ser de lectura obligada. Se trata de uno de esos trabajos que nos permiten constatar la mala lectura que se ha hecho de clásicos del pensamiento como Ortega y Gasset, y a partir de eso, descubrir su vigencia y la capacidad para alumbrarnos en esta oscuridad que nos acecha por todas partes. 

Marcos Alonso parte de la premisa siguiente: el pensamiento de Ortega, en lo más fundamental, que es su filosofía de la técnica, está por descubrir. Y lo más interesante, el planteamiento de Ortega sobre la técnica es equilibrado, una tercera vía frente a las posturas que se sitúan en los extremos; ya sea la mirada apocalíptica y nostálgica, o su antítesis, la ingenuidad de las corrientes transhumanistas. Lo que la filosofía de Ortega pretende es comprender la técnica, y hacerlo desde la antropología y la metafísica. Es decir, desde una mirada muy amplia sobre la técnica, más allá del concepto de tecnología asociado a la ciencia, como núcleo de la vida humana. Esto es lo que lleva al autor a ofrecer una introducción a la filosofía de la técnica. 

Es a partir del segundo capítulo cuando se estudia la técnica en el pensamiento de Ortega y Gasset, analizando las obras de madurez que rodean a Meditación de la técnica (1939), como son La rebelión de las masas (1929) y los cursos universitarios de los años 30, donde su reflexión sobre la técnica impregna muchas de sus ideas, especialmente en el caso de Principios de metafísica según la razón vital y de El hombre y la gente (1939), donde niega una naturaleza humana, y hace un análisis sociológico donde la técnica tiene un gran peso. Lo que demuestra Alonso a lo largo de este segundo capítulo, es que el problema de la técnica en Ortega no se reduce a una obra, sino que recorre toda su producción. Puede parecer que este planteamiento tiene más interés para el especialista o exegeta de la filosofía de Ortega, pero a medida que avanza se van filtrando ideas interesantes sobre filosofía de la técnica. 

Tercer y cuarto capítulos guardan relación. En el tercero, se expone la comprensión de la técnica como fenómeno histórico de la Modernidad, en obras capitales como En torno a Galileo, donde “el moderno, podemos inferir, es primordialmente un ingeniero, un técnico” (p.132). En el cuarto, la técnica como fenómeno “bio-antropo-metafísico”, que resume las tres miradas sobre la técnica que desarrolla Ortega: el capítulo clave, el más extenso y profundo de todo el libro. A este le sigue un quinto capítulo cuyo título resume el contenido: “Ortega y los problemas tecnológicos del presente”. Se habla en él de la irrupción y el crecimiento de internet, de ingeniería genética, transhumanismo y poshumanismo, y se pone en diálogo a Ortega con pensadores actuales, mostrando su plena vigencia. Antes de una profusa bibliografía, Alonso concluye la necesidad de una reforma y no una revolución frente al desarrollo actual de la técnica y los retos que plantea. Y para ello, nada mejor que volver a Ortega para leerlo sin reduccionismos y descubrir “un pensador vigente y estimulante (…) un incitador al pensamiento” (p. 305).

Diego Civilotti – 30/06/2022