“Técnica y Tecnología” de Adrián Almazán (Taugenit, 2021)

La tecnología es tan sólo una fase de la historia de las técnicas, que arranca en la modernidad capitalista occidental. Este es el punto de partida de este ensayo de Adrián Almazán, Doctor en Filosofía, y muy interesado en sus investigaciones por la dimensión política de la tecnología. El subtítulo del libro ya es una toma de posición del autor: “cómo conversar con un tecnolófilo”. No, por lo tanto, con un tecnófilo, porque lo primero que hace es distinguir los conceptos de técnica y tecnología, donde esta última es la forma de técnica que domina hoy. Una distinción que le servirá para analizar las implicaciones de cuatro prejuicios a lo largo de cuatro capítulos. El primero, que “siempre ha habido tecnologías y siempre la habrá porque es lo que nos hace humanos”; el segundo, que “no se puede luchar contra el progreso”; el tercero, que “las tecnologías no son buenas ni malas. Lo que importa es cómo las utilicemos”; y el cuarto, que “sólo la tecnología puede sacarnos del lío en el que la tecnología nos ha metido”.

No es que Almazán se declare un tecnófobo; y de hecho, esta es una caricatura que rechaza de entrada. Más bien se trata, como analiza en el primer capítulo, de que debajo de una gruesa capa de prejuicios que recubre nuestro concepto de tecnología, se encuentra una determinada ideología dominante, que nos ofrece entre otras cosas, una sociología, una teoría política, una teoría de la educación… o una antropología resultado de la suma del Homo eoconomicus y el Homo faber.

También una filosofía de la historia dominada por un imaginario del progreso, como estudia en el segundo capítulo del libro, que se consolida en la Ilustración y en el siglo XIX, pero que arranca mucho antes, en la Edad Media. Todo esto determina las relaciones que establecemos entre nosotros, y con la naturaleza, de tal modo, que no cabe hablar de una “neutralidad” de la tecnología, como sostiene Almazán. Filosóficamente es este segundo capítulo, donde lleva a cabo una genealogía del progreso, quizás el más agudo, donde el autor observa todo con una mirada transversal, alimentándose de diferentes disciplinas y poniéndolas en relación, para analizar fenómenos como el consumo de combustibles o la producción alimentaria. Todo lo que ha llevado a lo que denomina “fracturas metabólicas destructivas e insostenibles” a partir de la Gran Aceleración desde los años 1950.

Ni la técnica, ni la tecnología (como tipo específico de técnica), son neutrales. El autor lo argumenta desde una ontología socio-histórica, describiendo el fenómeno tecnológico más allá de los objetos, incorporando las dimensiones sociopolíticas que construye y consolida, porque el propio objeto determina una relación con él y del usuario con su propia vida, más allá de que la técnica es un factor de cambio. Como dice Almazán, “las técnicas expresan maneras de aprehender el mundo y de situarse en él”. Es decir, el individuo es moldeado por la técnica que crea y utiliza.

Finalmente, el tecno-optimismo o mesianismo tecnológico tan extendido en nuestros días, es combatido en el último capítulo y señalado como tecnolatría, acompañado de una noción de progreso que nos ha vuelto incapaces de pensar futuros alternativos. Porque para el autor de este ensayo a contracorriente, el desarrollo tecnológico no es imparable ni irreversible. Como dice Andoni Alonso en su epílogo, ninguna opción política actual mayoritaria, ninguna de las ideologías, ve las trampas y espejismos del desarrollo tecnológico.

Diego Civilotti – 14/10/2021