“Víctimas e ilesos. Ensayo sobre la resistencia ética” de Olga Belmonte García (Herder, 2022)

El concepto de víctima es uno de los conceptos centrales alrededor de los cuales pivota gran parte de la discusión ética actual. Por eso es interesante que la filosofía se acerque a ello y movilice conceptos. Es lo que hace este trabajo de Olga Belmonte García, doctora en Filosofía por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid y profesora de la Universidad Complutense de Madrid.  

Una de las grandes virtudes de este ensayo es que no habla sobre las víctimas, después o a partir de ellas, sino que deja que sean ellas (más allá de las palabras, que se les niegan muchas veces) las que hablen. Sólo a partir de la vivencia concreta se trazan algunos conceptos, que sin afán de sistematicidad o exhaustividad, aportan claridad a la cuestión. Empezando por el concepto de “víctima” y su génesis, que descansa en el de “victimario”, el encargado de sacrificar un animal para ofrecérselo a los dioses en Roma, y “el que inflige un daño a la persona, convirtiéndola en víctima” (p.78).

Tras un bello prólogo de Graciela Fainstein -filósofa y víctima de secuestro y tortura durante la última Dictadura Militar Argentina-, Belmonte plantea el punto de partida (“es preciso ensayar formas de pensar que nos ayuden a prevenir y a combatir la barbarie”). El texto plantea un trayecto desde lo real a lo posible, desde una mirada a la crudeza del pasado hasta una mirada hacia un futuro posible. El primer capítulo, titulado “Aprender del pasado”, es el más breve y analiza las distintas lecturas del pasado que plantean la posibilidad o imposibilidad de aprender de él más allá de comprenderlo. Más extenso es el segundo, “Testimonios del horror”, donde se analiza el fenómeno desde distintas facetas: los tipos de víctimas y su vivencia, la pérdida de una patria física, lingüística y humana (social), las respuestas frente a ello, y el fenómeno del victimismo para distinguirlo de las víctimas reales.

A continuación, y practicando un sano equilibro, sin desembocar en la irracionalidad ni deformar domesticando la realidad rotunda de la violencia y el dolor, la autora procura pensar la crueldad en un capítulo que titula “La lógica de la barbarie”. En este se pone el foco en la figura del victimario, la construcción de la cultura del odio y la tortura como “forma de violencia sistemática, organizada y metódica” (p. 105). Finalmente, el cuarto capítulo es el apartado propositivo de la obra: una tentativa de ética entendida como resistencia, que apela a la “comunidad de los ilesos”, aquella conformada por “quienes, dentro de la sociedad, y como ilesos, se sienten conmovidos, afectados por el sufrimiento de las víctimas y llamados a responder ante él” (p.125). Sin coartadas que nos permitan huir de pertenecer a ella, siendo afectados por el dolor de los otros, trascendiendo mi comunidad, porque “la sociedad por sí sola no genera cambios”. Viviendo, por tanto, en estado de vigilia moral (p.145), porque nuestra capacidad para responder a esa llamada es lo que nos define como humanos. En ese mismo sentido, Belmonte señala en el epílogo la importancia de construir un relato común que honre las víctimas, para no seguir heredando odios. 

Una bajada a los infiernos que puede incomodarnos en nuestra comodidad, pero que nos permite ver más claro en el ascenso. Un libro necesario, y eso es mucho decir frente a la verborrea y la hipertrofia editorial contemporánea.

Diego Civilotti – 16/06/2022