Lo primero que llama la atención en este ensayo de Miquel Seguró, es la facilidad con la que desde un margen toca el centro del pensamiento filosófico, hasta hacer resplandecer el margen como centro. Hablando de la vulnerabilidad como elemento nuclear de la condición humana, se iluminan paulatinamente rincones inesperados en cada párrafo de un texto construido sobre las raíces de la larga tradición de la antropología filosófica.
La figura de René Descartes (su experiencia vital, intelectual y su legado) y la duda como momento paradigmático es el ostinato a lo largo del volumen. Seguró califica su filosofía como una “filosofía de la incertidumbre”, la aspiración de una inalcanzable certeza en una de las voces más influyentes de nuestra cultura con la que dialoga el ensayo. Junto a ella, una imagen constante que acompaña el arsenal conceptual: la de un círculo imperfecto que nunca acaba de cerrarse sobre sí mismo.
Tras una breve introducción, a lo largo de dos grandes partes que se enfrentan a lo íntimo y lo colectivo (“Pathos de la vulnerabilidad” y “Ethos de la vulnerabilidad) a las que se añade un corolario final (Mundus est fabula) el autor se vuelve sobre el propio lenguaje, desmonta las palabras, examina sus partes, y las vuelve a montar, en lo que ya anuncia en las primeras páginas que será una arqueología ontológica. En la primera parte se sondean todas las dimensiones de la vulnerabilidad relevantes para una epistemología: “la filosofía es la experiencia más clara de la vulnerabilidad epistemológica” (p.29), escribe Seguró. La experiencia vital de Descartes y su duda, en diálogo con su época y con la nuestra es la protagonista, en una lectura que derriba un gran número de tópicos asentados en nuestro imaginario sobre el cartesianismo. Todo culmina en dos apartados brillantes acerca de la razón vulnerable y la razón encarnada, donde Seguró matiza el dualismo cartesiano.
La segunda parte nos conduce a pensar la ética y la política como materializaciones de la experiencia de la incertidumbre. Interesante, cuando como recuerda el autor, en Descartes no encontramos una aportación sistemática en ese aspecto y sólo tropezamos con el pragmatismo de lo que llama una “moral provisional” en el Discurso del método. Una consideración que el autor examina en profundidad, analizando el alcance y significado de esa provisionalidad y la tensión entre ética y moral, y haciendo incursiones en cuestiones que orbitan alrededor de todo eso, como el relativismo, la ética del cuidad, la experiencia de la enfermedad, la comunicación, la empatía o nuestra relación con la muerte, hasta llegar de manera orgánica a reflexiones en el campo de la filosofía política acerca de democracia y soberanía. Y un corolario necesario: la reivindicación de una vulnerabilidad compartida.
Se trata de un ensayo audaz y repleto de tensiones, donde la forma no traiciona el contenido sino que lo desarrolla de manera eficaz y muy sugerente. Un viaje intelectual apasionante y escrito con un estilo pulido y preciso, que nos invita a la vulnerabilidad que supone pensar y pensarse.
Diego Civilotti – 18/11/2021