“Caras de la muerte. Investigaciones filosóficas sobre la muerte” de Byung-Chul Han (Herder, 2020).

La muerte ocupa un lugar especial en el pensamiento de Byung-Chul Han. Basta hojear textos anteriores como El aroma del tiempo o La agonía del Eros, para darse cuenta de que para el pensador coreano, la muerte se corresponde con esa pérdida absoluta contra la que trabaja nuestra sociedad. La obscenidad de nuestra época radica en que absolutiza la mera vida, a través de la acumulación y el crecimiento, y de una violencia de la positividad que ha transformado el müssen (deber) fruto de una coacción externa limitada en el sujeto moderno, en un können (poder) fruto de una coacción interna ilimitada.

En este sentido, estas investigaciones filosóficas sobre la muerte se presentan como una evolución coherente dentro de su constelación de ideas, porque no hay nada que suspenda más rotundamente ese “poder” que la muerte. Sin embargo, no es este otro libro más de Han, sino que estamos ante el texto más especial de cuantos se han traducido hasta ahora al español, tanto por su forma como por su contenido. En primer lugar, es este un volumen más extenso que los anteriores, donde a pesar de mantener una unidad a lo largo de sus siete capítulos, cada uno de ellos conserva su individualidad y una cierta independencia en el discurso.

Por otra parte -y contra una de las críticas recurrentes a sus libros-, aquí Han dialoga en profundidad con la tradición, en especial con Jacques Derrida y Martin Heidegger, su principal interlocutor, y en segundo término con autores como Theodor Adorno y Emmanuel Lévinas. No hay que olvidar que su tesis doctoral presentada en la Universidad de Friburgo precisamente abordaba la dimensión existencial en la filosofía de Heidegger.

Lo que Han busca y encuentra en esa tradición, son aproximaciones a aquello que no permite ninguna aproximación, tentativas de pensar aquello que escapa a toda expresión y vivencia, como es la muerte. Y lo hace alumbrando algunos conceptos y discutiendo otros, además de -he aquí una de las grandes aportaciones del libro- derivar propuestas éticas de la propia vivencia de la muerte, porque “sin la muerte no habría ninguna decisión responsable” (p.93).

Un texto subyugador desde el principio, con hallazgos teóricos interesantes, y sin duda uno de los más redondos del autor, donde el pensamiento de Heidegger sobre la muerte, como ya sucedía en su anterior Muerte y alteridad, funciona a modo de repostaje a partir del cual Han piensa más allá en un ensayo que no deja de interpelarnos.

Diego Civilotti – 06/11/2020