Si Victor Emil Frankl (1905-1997) viviera hoy, seguramente diría cosas parecidas a las que escribe Alexander Batthyány en esta novedad de la editorial Herder titulada La superación de la indiferencia. No explicaremos quién fue Frankl, pero en pocas palabras y para lo que es más relevante en este caso, podemos decir que fue un filósofo y psiquiatra, y en este ámbito uno de los más influyentes del siglo XX: ahí está un clásico como El hombre en busca de sentido para corroborarlo. Creador de un sistema terapéutico llamado Logoterapia, que definió como “una psicoterapia centrada en el sentido”, se le considera representante de un linaje vienés que comienza en Sigmund Freud, continúa en Alfred Adler y desemboca en él.
Battyhány, director del Instituto Viktor Frankl de Viena, es el principal representante del legado de Frankl en la actualidad. Y en este libro aplica esa orientación al análisis de los fenómenos actuales relacionados con la crisis de valores y especialmente, en una escala individual, con actitudes generalizadas de desánimo e indiferencia frente al mundo y frente a la propia vida. Porque él sostiene que no existe la pérdida de valores, sino la pérdida de la voluntad y la fe para ponerlos en práctica día a día, la incapacidad para hacernos responsables de dar sentido a nuestras vidas. Esto es fundamental más allá de la esfera individual, porque como bien sostiene el autor, la multiplicación de las patologías mentales y la regresión de los valores democráticos en nuestras sociedades son epifenómenos de ese fenómeno fundamental.
Sociólogos importantes de nuestra época como Pierre Bourdieu, han constatado eso desde hace décadas, en las generaciones más jóvenes. En los hijos de aquellos que cuando tenían su edad, por lo menos jugaban a ser libres y a transformar el mundo. Es decir, Batthyány no está diciendo nada nuevo en ese aspecto ni está analizando un fenómeno por primera vez, pero sí es original las premisas desde las que lo hace y las propuestas concretas para hacer frente a esa indiferencia existencial, individual y colectiva, desde la Logoterapia y la Psicología existencial.
Escrito en un estilo sencillo y directo, estamos pues, frente a uno de esos textos que navega entre la filosofía y la psicología, nutriéndose de ambos campos, que por otra parte tienen muchas de sus fronteras desdibujadas. Puede llamarnos la atención pues, esa orientación práctica e incluso terapéutica, pero no deberíamos olvidar que en determinados momentos de la historia la filosofía ha tenido esa orientación como divisa: pensemos en corrientes tan relevantes como el epicureísmo o el estoicismo.
La orientación que sigue Batthyaány, heredada de Frankl, considera que el desarrollo completo de una persona depende de su capacidad para preguntar y responder (en una respuesta que es búsqueda siempre abierta) acerca del sentido de su existencia única e irrepetible. Se trata de una antropología que bebe mucho del existencialismo, una de esas etiquetas cómodas que utilizamos para introducir una infinidad de autores, pero que se materializó en corrientes concretas a partir de los años 30 del siglo pasado. El grito del existencialismo fue el del hombre concreto frente al gran sistema, el de carne y hueso frente a las fantasmagorías teóricas. Esa reivindicación también está en la base de La superación de la indiferencia, en especial en su profunda apuesta por la libertad humana, explícita en los capítulos cuarto y quinto, bajo la máxima “atreverse a ser libre”.
Hay una premisa fundamental en el libro de Batthyány: al ser humano le pertenece desde que entra en el mundo, una estructura idealista, que le empuja a la esperanza, la búsqueda de sentido y la responsabilidad; a hacerse cargo de la propia existencia. Algo que de tan ingenuo que suena ya a nuestros oídos llenos de cinismo, puede ser no sólo diferente, sino incluso revolucionario. Un libro que habla de esperanza en la era de la desesperanza, de idealismo en la era del conformismo, de libertad en la era de las esclavitudes voluntarias, en resumen, de compromiso con la vida en la era de la indiferencia
Diego Civilotti – 10/12/2020