La gran epopeya del espíritu, cuyo narrador es la filosofía, y donde el espíritu es el conjunto de producciones y saber acumulado por la humanidad en un largo proceso histórico de gestación. Citando las palabras de este libro, “es lo que hace caber todo en la inmanencia del mundo por medio de la historia: evolución y progreso. Ciencia, política, sociedad” (p.22), o “el Espíritu va a todas partes y no se queda en ninguna. Es como un barco que navega y toca, de cuando en vez, la tierra firme (…) es la condición de la historia, el no lugar sin tiempo que motiva los cambios de lugar y las fechas del derrotero” (p.25).
Así se ha leído a veces la temida y temible Fenomenología del espíritu, la gran obra de Hegel. Blas Matamoro también lo hace, pero con una mirada propia y ofreciendo argumentos muy interesantes para respaldar esa lectura, empezando por el hecho de que los primeros de los que situamos en el inicio de eso que llamamos filosofía (momento pre-filosófico para Hegel) eran narradores que procuraban ordenar y dominar el mundo (encontrar la unidad de lo múltiple) mediante relatos.
En este sentido, el ensayo nos confronta con la misma esencia de la filosofía desde la mirada hegeliana, narrativa y por lo tanto, necesariamente discriminadora aunque apunte a la Totalidad (o precisamente por eso). Todo esto lo explica Matamoro, como una identificación del discurso estético y filosófico, en lo que llama Preludio imprescindible. A partir de entonces una serie de capítulos breves -17- a modo de escenas teatrales, abren pequeñas puertas que navegan por las obras y la biografía intelectual de Hegel. Lo hacen con mucha agilidad y claridad, y ese es el gran mérito de este libro: surfear sobre el oleaje conceptual del pensamiento hegeliano y alumbrar todas las oscuridades que siempre se le han reprochado. Aunque no estricto, lo hace siguiendo generalmente un orden cronológico, desde El joven faraón, donde se nos presenta al joven Hegel en su época, pasando por el capítulo titulado La novela del fantasma en el que se presenta la escena novelesca que remite a la Fenomenología (la toma de Jena por Napoleón) y alguno que lee Hegel desde la experiencia personal de un joven Matamoro de izquierdas, en la facultad de Derecho (Memorias de un estudiante de Derecho) hasta llegar a un capítulo brillante, Biografía de Dios, donde el autor sintetiza aspectos clave de la filosofía de la religión hegeliana en menos de diez páginas. Es una crónica de viaje, de su viaje por Hegel, pero que precisamente por ser tan personal logra interpelar al lector que deberá completar ese viaje atreviéndose a la lectura de Hegel, siempre con buenas compañías como la que ofrece este ensayo profundamente narrativo.
Recurriendo muchas veces a figuras retóricas, Matamoro encuentra siempre la palabra justa y la expresión precisa. Una lectura que recomendaría tanto a los desesperados de Hegel, como a los esperanzados de seguir extrayendo provecho de su pensamiento.
Diego Civilotti – 25/11/2021