Hannah Arendt y María Zambrano son dos grandes pensadoras del siglo pasado, con profundas diferencias, filosóficas, geográficas… pero con algo en común: ambas experimentaron el exilio en su vida, y procuraron darle sentido, pensándolo y pensando sus implicaciones.
A partir de ese planteamiento, Olga Amarís Duarte elabora un diálogo intelectual con tintes biográficos y literarios entre Arendt y Zambrano. Lo que hace Amarís Duarte en este texto publicado en Herder (que es producto de su tesis doctoral) es reseguir una mística del exilio, entendiendo esa mística, como la posibilidad y necesidad de salir de sí mismo en busca del Otro (que puede ser un semejante, o la alteridad más absoluta, el misterium tremendum et fascinans que describía Rudolf Otto en su clásico Lo santo). El exiliado sería aquél que viene de fuera y que pone en cuestión la mirada normalizada de estar y de pensar el mundo, y la vía privilegiada de acceso a la realidad.
Dos “exiliadas en tiempos de oscuridad” es como se presentan, ligadas a un contexto histórico. De eso se ocupa en especial el primer capítulo, titulado “Dos vidas en contrapunto”, donde además de las relaciones personales, sobrevuela el fenómeno del fascismo. Pero también trascendiendo dicho contexto, la dimensión mística del exilio y el propio exilio como premisa de la condición humana. En Arendt, en torno al judaísmo, los símbolos del desierto y la oscuridad, o la importancia de la lengua materna, todos temas tratados en el segundo capítulo. En el tercero, centrado en Zambrano, Amarís ofrece un comentario muy interesante sobre Claros del bosque, texto fundamental de la pensadora malagueña, y un seguimiento exhaustivo de los símbolos en su obra, así como el peso que tiene el pensamiento místico. Y cómo no, en Zambrano, la propia razón poética es una exiliada respecto a la filosofía vencedora, al logos que construye la tradición filosófica occidental. Una vía para integrar pensar y sentir, o incorporar aquello exiliado de la razón filosófica. Tras un cuarto episodio titulado “Creando un nuevo mundo en tiempos de oscuridad” en el que se reivindica la hospitalidad y se abre la puerta a la esperanza, llega un epílogo en el que Amarís imagina un diálogo entre Arendt y Zambrano, en la estación de tren de Portbou, donde Arendt le dice a Zambrano que “la fuerza del pensamiento no puede parar, y menos ahora”.
Se trata de una aportación académica, con una extensa bibliografía y no es un texto ligero ni ágil, pero sí es una de esas lecturas capaces de introducirnos en su mundo y envolvernos en él, en manos de una autora que ha sabido conjugar sensibilidad poética y literaria con finura conceptual y una importante labor de documentación.
Estoy convencido de que la manera más profunda de comprender la historia y el legado filosófico y cultural de occidente es a partir de una apropiación creativa de dicha historia, que nazca del rigor, pero que se permita asociaciones libres entre conceptos y autores. Precisamente eso es lo que practica este estudio comparativo, difícil de clasificar.
Por último, esta poética del exilio tiene también puesta la mirada en nuestra actualidad, y nos invita a pensar la propia condición de exiliados que viven muchos seres humanos, para pensar a partir de ahí una nueva realidad de forma creativa y urgente. La propia portada, un libro gigante que parece una tienda de campaña, bajo la cual un visitante intenta alumbrar, ya nos da pistas y nos da a entender que todos somos un poco exiliados.
Diego Civilotti – 1/04/2021