reseñas

“Cambiemos de vía. Lecciones de la pandemia” de Edgar Morin (Paidós, 2020)

Edgar Morin es uno de los pensadores destacados del siglo pasado y uno de los más relevantes entre los vivos, en su caso a punto de cumplir los 100 años el próximo 8 de julio. Y el hombre sigue trabajando, sigue escribiendo y sigue pensando el contexto que le rodea.

Entre sus principales aportaciones, podríamos hablar de ofrecer una alternativa a las corrientes dominantes en el mundo académico, del proyecto de repensar la educación desde los años noventa hasta hoy, cuando es uno de los referentes para pensar lo que la UNESCO ha llamado la agenda 2030, y el hecho de ofrecer grandes relatos sobre la situación actual de la humanidad. Pero por encima de todo, su gran aportación es la del llamado “pensamiento complejo”, que para resumirlo en pocas palabras, asume filosóficamente la introducción de la incertidumbre y el azar a partir de la crisis de la física a principios del XX, de tal modo que podamos pensar las implicaciones que esto tiene en nuestra propia noción de conocimiento.

Toda su experiencia la pone al servicio de un último esfuerzo, para publicar Cambiemos de vía. Lecciones de la pandemia traducido en Paidós, con la colaboración de su mujer, la socióloga Sabah Abouessalam, y que salió a la luz el pasado mes de noviembre. La pandemia, como coyuntura histórica actual es, como dice Morin, algo que le sorprende pero al mismo tiempo algo que confirma sus ideas, que han girado en torno a las grandes crisis sociopolíticas y a la propia noción de incertidumbre. Algo la epidemia ha puesto en primer plano en todas sus formas y dimensiones. También ha puesto de manifiesto una crisis de la inteligencia, que Morin diagnostica, recurriendo al pensamiento complejo, capaz de hacer frente a las carencias del conocimiento y el pensamiento durante esta crisis, incapaz de entender las complejidades, obcecado en compartimentar los saberes: lo sanitario, lo económico, lo ecológico, lo nacional y lo mundial.

Las primeras páginas del libro, breve y escrito en un estilo directo y sencillo, se dedican a trazar una síntesis de la trayectoria histórica que nos ha conducido hasta aquí, narrada en primera persona porque Morin vivió todo lo que describe. Comienza con la gripe española porque él fue víctima indirecta de ella. Su madre, que tenía una lesión cardíaca causada por esa epidemia, tenía prohibido tener hijos. De hecho hubo un primer aborto clandestino, pero el segundo intento no funcionó, y nació el pequeño Edgar. El ginecólogo salvó a los dos, pero cuando Morin tenía 9 años, la madre murió a causa de esa lesión cardíaca. Como dice él mismo, “noventa y nueve años más tarde es el coronavirus, descendiente indirecto de la gripe española (H1N1), el que ha venido a proponerme un encuentro que se frustró el día en que nací”.

Tras esa epidemia, Morin sigue adelante atravesando acontecimientos vividos y pensados a la vez, en pocas líneas y a vista de pájaro: la crisis del 29 y la depresión, el ascenso del nazismo, la Segunda Guerra Mundial, la crisis del comunismo, mayo del 68, la crisis ecológica…

Tras esa introducción, el ensayo se divide en tres capítulos. El primero se titula “Las quince lecciones del coronavirus”: quince lecciones breves pero contundentes sobre distintos ámbitos. El segundo, “Los desafíos del poscoronavirus”, nos habla de ocho desafíos y un peligro (una gran regresión intelectual y política), y por último el tercer capítulo es la parte propositiva, titulada “Cambiar de vía”, donde Morin formula propuestas concretas, como una transformación de una democracia parlamentaria a formas de democracia participativa, y hace un llamamiento a tomar partido y aceptar la apuesta de transformar el mundo.

Da que pensar, francamente, que alguien que ha vivido y pensado todo eso durante tantos años, aún tenga una palabra para la construcción del futuro. No hablo de algo tan etéreo e irracional como la esperanza, sino de la posibilidad de extraer lecciones de lo que nos sucede. Todo nace de la resistencia contra las dos barbaries que identifica: la vieja del odio y la xenofobia; y la nueva del cálculo y el beneficio que somete a todos los valores.

Diego Civilotti – 11/02/2021

“Parerga y Paralipómena II” de Arthur Schopenhauer (Trotta, 2020)

Si los inquisidores y censores actuales leyeran el segundo volumen de estos Parerga y paralipómena de los que ya hablé la semana pasada, procederían a prohibir Schopenhauer y todo lo que recuerde a él. Por suerte los inquisidores y censores de hoy son tan indeseables como los de antes, pero a diferencia de los de antes, son analfabetos y no suelen abrir un libro.

La cuestión es que en este segundo volumen encontramos el Schopenhauer más polémico, en ocasiones menos filosófico, en la medida en que se involucra más en opiniones personales que en razonamientos, con algunas sombras aunque haya más luces (como dice Pilar López de Santa María en la introducción) lo cual sin embargo tampoco nos debe hacer olvidar sus sombras cuando habla de los negros o de las mujeres.

En cualquier caso, se trata de una gran ensalada de textos; más que ensayos, pensamientos, o ensayos en el sentido literal de “tentativas”, acerca de los temas más variopintos. Eso no significa menos brillantes. Son en conjunto 31 capítulos, 31 piezas, que no tienen desperdicio, donde además se puede apreciar la inmensa cultura científica y artística enciclopédica de Schopenhauer, y un último apartado dedicado a versos, o “ensayos poéticos”, como los define López de Santa María.

Podemos dividir el volumen en dos grandes partes: 15 capítulos que se ciñen al ámbito filosófico (teoría del conocimiento, metafísica, ética…) y 15 de temas variados más un capítulo de metáforas, parábolas y fábulas, y unos versos de Schopenhauer con más valor de curiosidad que valor literario.

Ya el primer capítulo es una lección magistral de lo que significa la filosofía y ser filósofo, que nos haría descartar fácilmente al 80% de los que van por el mundo diciendo que son filósofos. A partir de ahí, aborda diferentes ámbitos de la filosofía. El sexto capítulo, titulado “Sobre la filosofía y la ciencia de la naturaleza” es una verdadera joya, que no sólo nos permite comprender la profundidad y extensión del concepto de Voluntad, sino comprobar que Schopenhauer estaba muy al día de la investigación científica, en materia de física o de biología. En él habla de esas disciplinas, además de astronomía o medicina. Por último, sus metáforas, parábolas y fábulas anticipan su discípulo Nietzsche, tanto en contenido como en estilo.

La edición de Trotta de estos dos volúmenes es magnífica, de esas que quizás se vean por desgracia cada vez menos, y la traducción, introducción y notas de Pilar López de Santa María, como ya mencionamos a lo largo de dos semanas en el podcast, la convierte en la edición de referencia en nuestra lengua.

Diego Civilotti – 4/02/2021

“Parerga y Paralipómena I” de Arthur Schopenhauer (Trotta, 2020)

Schopenhauer tardó en llegar a ser un nombre conocido. El filósofo de éxito era Hegel, cuya filosofía además él aborrecía, y a la que le dedicó los peores calificativos que se le ocurrían (y para insultar Schopenhauer tenía un ingenio especial). Él, a diferencia de Hegel, ocupaba una posición algo marginal, con una vida al margen de la comunidad académica que dificultó la difusión de su obra. En el fondo lo que también dificultó ese éxito temprano era el contenido de su pensamiento, que presentaba la felicidad y el progreso como una ilusión, mientras Hegel hablaba del progreso triunfante de la historia, con las aulas llenas a reventar.

Parerga y paralipómena sí tuvo gran difusión, y es el nombre que reciben un conjunto de escritos de Schopenhauer que hoy traigo, en edición de Trotta y en su primer volumen de los dos que componen la obra. Como los define el autor en el prólogo, se trata de escritos menores, “trabajos complementarios, añadidos a sus obras sistemáticas y más importantes”. Y con esto se refiere a Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente y sobre todo, a El mundo como voluntad y representación, que fue ignorado tanto en su primera edición (1819) como en su segunda edición (1844), y tuvo que esperar a la tercera (1859), cuando ya se había publicado los Parerga, que vieron la luz en 1851 .

Un homenaje que me gustaría hacer, hablando de esta 2ª reimpresión, a Pilar López de Santa María, la editora y traductora de este libro, que falleció el pasado jueves 14 de enero. Además de un auténtico referente en los estudios sobre Schopenhauer, una profesora magnífica, por los testimonios que he podido conocer, profesora titular de la Universidad de Sevilla, y la primera catedrática de Filosofía que tuvo Andalucía, cuando obtuvo la cátedra en el año 2009.

Una traducción muy cuidada, a partir del original alemán publicado por la editorial Brockhaus, con un gran trabajo de traducción añadida, de todas las citas que Schopenhauer va haciendo en diferentes idiomas, y un glosario alemán muy útil. La profesora López de Santa María, ofrece un estudio breve pero soberbio sobre el contexto y el sentido de estos escritos con este título tan curioso. Parerga hace referencia en griego a lo accesorio o añadido, y Paralipómena tiene que ver con aquello que se ha omitido. Estos segundos tendrían más importancia, porque son todas aquellas ideas que Schopenhauer no tuvo tiempo de desarrollar.

Tras la introducción de López de Santa María, el libro contiene 5 ensayos y un ensayo final algo diferente al resto. 2 primeros que son lecciones de historia de la filosofía hasta llegar a él mismo, lógicamente, donde hace balance crítico de autores y corrientes, uno dedicado a los que viven de la filosofía y no viven para ella, titulado “Sobre la filosofía de la universidad” (Schopenhauer en estado puro), dos ensayos muy peculiares por la temática que se aborda (en uno de ellos, sobre lo que llamamos fenómenos paranormales) donde la influencia de Kant está muy presente. Y para terminar, los “Aforismos sobre la sabiduría de la vida”.

El último ensayo de este primer volumen de los Parerga y Paralipómena es el más célebre y quizás el más interesante y provocador, donde Schopenhauer interpela más al lector. En conexión directa diría, como herederos, de la sabiduría antigua: de la sabiduría de los socráticos, los cínicos y los estoicos.

Estos Parerga y paralipómena son pues, una excelente manera no sólo de adentrarse en Schopenhauer, sino incluso diría en la filosofía. Un texto que conserva no sólo todo su vigor, sino que a veces parece escrito para nuestra época, con todas sus confusiones y sus miserias.

La Dra. Pilar López de Santa María, que queremos recordar hoy, nos recordaba en su introducción que de Schopenhauer podemos extraer lecciones y motivos de reflexión los que de una u otra manera nos dedicamos a la filosofía o al fomento de la cultura, y lo hacía escribiendo lo siguiente: «Schopenhauer nos da una lección al comprometerse con la verdad, renunciando, no ya al lucro, que no le hizo falta, sino a la fama que tanto ansió; una buena lección para los que hacen cualquier cosa con tal de «salir en la foto».

Diego Civilotti – 28/01/2021

“Neuroética. Cómo hace juicios morales nuestro cerebro” de Lydia Feito Grande (Plaza y Valdés, 2019)

Neuroética es uno de esos libros importantes para tomar el pulso a una época, en este caso, la nuestra. La profesora de bioética Lydia Feito hace en este libro un buen ejercicio didáctico para recorrer los límites y las posibilidades de la neuroética como disciplina de disciplinas, que dialoga con muchas otras y pone en diálogo diferentes ámbitos del conocimiento humano, superando las absurdas y viejas separaciones entre humanidades y ciencias.

El punto fuerte del texto, es, además del rigor y la documentación, la claridad de estilo. Ya en la introducción Feito establece una distinción que ordena y ayuda a entender todo: habla de la neurociencia de la ética (es decir, el estudio de las bases neurales del juicio moral), por una parte; y de la ética de la neurociencia, por otra. Es decir, de los problemas éticos derivados de la investigación en neurociencia. La autora le dedica más atención quizás a la primera que a la segunda (el subtítulo no engaña) pero ambas quedan reflejadas.

Es también un punto de referencia en lengua castellana al que acudir, cuando se quiere pensar sobre cuestiones que atañen a este ámbito que tiene tan pocos años de investigación, aunque se nutra de cuestiones que están sobre la mesa desde la antigüedad.

Una premisa que la autora hace explícita (y se agradece su gran claridad) ya en el primer apartado dedicado a definir la Neuroética como campo de estudio propio, es que las neurociencias de forma generalizada apuestan por una perspectiva monista en el debate entre mente y cerebro; es decir, se acepta que el cerebro es el origen del fenómeno de la conciencia y de todos los procesos mentales, y que no hay una realidad inmaterial fuera de eso. Discutible y discutido en la filosofía actual, pero casi sin discusión en las neurociencias.

En ese mismo apartado, está muy bien expuesta la multidisciplinariedad de las ciencias cognitivas, en el hexágono cognitivo que muestra 6 disciplinas implicadas y relacionadas entre sí: filosofía, antropología, psicología, lingüística, inteligencia artificial y neurociencias.

Más allá de todas las aportaciones de la investigación neurocientífica y su aplicación en el ámbito de la ética, podemos destacar el último capítulo, «Implicaciones filosóficas de la investigación neurocientífica» donde la autora muestra un rigor, una madurez investigadora y una prudencia muy de agradecer, y sostiene que “la investigación empírica no puede determinar qué es lo correcto”, avisándonos del gran peligro del reduccionismo y la ingenuidad que supone proponer una ética universal sobre una base biológica. Es la cara siniestra del positivismo y el naturalismo actual que como hemos visto recientemente, denuncia Markus Gabriel.

Un ensayo que disfrutará cualquiera que esté interesado en la ética actual y su futuro, pero también a cualquiera que le preocupe todas las cuestiones que atañen a las ciencias cognitivas

Diego Civilotti – 21/01/2021

“Los filósofos cínicos. Antología de textos” edición de Ignacio Pajón Leyra (Tecnos, 2019)

Son muchas las lecciones que podríamos aprender de los cínicos. Y no me refiero al adjetivo que el diccionario de la RAE define como “dicho de una persona: que actúa con falsedad o desvergüenza descarada”. Me refiero a los miembros de una escuela filosófica heterodoxa y una forma de vida, que se funda con Antístenes en el siglo IV a.C. y que con mayor o menor fortuna, sobrevive durante toda la antigüedad. Una escuela de pensamiento menos atendida que otras por la tradición occidental, de la que podríamos seguir aprendiendo. Eso es lo que nos propone el libro que traigo hoy: Los filósofos cínicos. Antología de textos.

Dignísimos herederos de la actitud socrática, siguieron una trayectoria alternativa a la de Platón y Aristóteles, estando en la ciudad, pero viviendo al margen de las convenciones, al margen de las normas ciudadanas. Por eso, señala muy bien en el prólogo Tomás Calvo, que el modelo del cínico (aunque su origen es discutido, palabra que deriva del griego kynós, es decir perro) no es ni el perro casero y doméstico, ni el lobo salvaje sin contacto con la civilización. El modelo es el perro callejero: aquel que deambula libre por la ciudad, ajeno a las opiniones y sin someterse a las normas.

En el primer episodio de todos, en noviembre de 2019, hice referencia a la actitud crítica, irónica y molesta de Sócrates, que hacía ver a sus ciudadanos su propia ignorancia. El pensamiento cínico es en cierto modo, una radicalización de eso: ellos se atreven a tirar del hilo de Sócrates, a extraer las consecuencias de esa actitud y llevarlas hasta las últimas consecuencias y se rompe el empeño cívico y el vínculo con la polis de Sócrates. Por eso, el editor Ignacio Pajón, dice en su brillante introducción (que más que una introducción es un extenso estudio de unas 160 páginas), que “la ironía se amplifica y se desata hasta convertirse en sarcasmo; y el desprendimiento de lo material se manifiesta en su plenitud convertido en auténtica miseria”.

Diógenes de Sínope es el cínico más célebre y el gran impulsor del cinismo, pero también la imagen que se ha construido ha contribuido a confundir y diluir el propio pensamiento cínico. De hecho, de él sólo nos han llegado fragmentos y anécdotas de origen discutido y hay toda una leyenda en torno a él, que en este libro se expone con claridad. Nos ha llegado toda una doxografía, que recoge sus ataques a Platón, al que consideraba un engreído, cuya obra era una pérdida de tiempo. Y también la conocida anécdota legendaria con Alejandro Magno, del que era contemporáneo y con el que comparte año de muerte: Alejandro, el gran conquistador, un hombre muy poderoso, a las afueras de Corinto, pide conocer a ese filósofo tan peculiar que vive con los perros. Y cuando lo ve, viviendo en la miseria, durmiendo en una tinaja y rodeado de una jauría de perros, le pregunta qué puede hacer por él, “pídeme lo que quieras” en una muestra también de su poder. Diógenes le pide sólo una cosa: que no le tape el sol que está tomando. Alejandro tiene que conquistar y extender su dominio, esforzarse mucho para llegar a la tranquilidad del ánimo que es la clave de la felicidad para los antiguos, y Diógenes, que no tiene ni patria, no tiene ni quiere nada, ya la tiene desde el principio.

La edición, que en su selección de texto sigue un orden temático, es una verdadera caja de herramientas, porque apunta a recuperar el cinismo como crítica contracultural de un presente tan desorientado como el nuestro. En primer lugar, testimonios y retratos de los principales autores, desde Antístenes y Diógenes hasta Menipo y los últimos cínicos. Al final de la antología, el editor añade con muy buen criterio 5 apéndices: 4 autores que rescatan el cinismo en la filosofía contemporánea y actual: Nietzsche, Foucault, Onfray y Sloterdijk y un glosario de términos filosóficos cínicos muy didáctico.

Hacía mucho que no aprendía, disfrutaba y me reía tanto con un libro de filosofía. Aprendamos de los filósofos perros que aprendieron a ser callejeros sin abandonar la ciudad, asediados por lobos salvajes y señalados por los perros domesticados.

Diego Civilotti – 14/01/2021

“Neoexistencialismo. Concebir la mente humana tras el fracaso del naturalismo” de Markus Gabriel (Pasado & Presente, 2019)

Este librito es un complemento perfecto a Por qué el mundo no existe y Yo no soy mi cerebro. Del primero hablamos a finales de octubre, y el segundo es una ampliación, donde Gabriel desarrolla su perspectiva enfocada en nosotros mismos como seres espirituales conscientes.

En este libro, publicado originalmente en inglés, Gabriel dialoga con voces críticas sobre su propuesta desde el principio, desde la introducción de Jocelyn Maclure. Una introducción útil para acotar el término neoexistencialismo que utiliza Gabriel para definir su postura, o como mínimo para valorar su riqueza y ambigüedad, puesto que Maclure amplia la referencia más inmediata al existencialismo, incluyendo influencias de las “filosofías de la conciencia o de la subjetividad, del idealismo alemán, de la fenomenología, de la hermenéutica y de las filosofías de la existencia”.

El subtítulo, “concebir la mente humana tras el fracaso del naturalismo”, nos remite a Yo no soy mi cerebro. ¿Por qué esa preocupación por la mente y el problema de la conciencia? El interés por la conciencia reposa fundamentalmente en el hecho de que esta se presenta como uno de los últimos enigmas para la postura naturalista, que Gabriel combate en todos sus libros, que aquí reduce a ideología en el peor sentido de la palabra, y que es hegemónica en muchas corrientes actuales; lo recuerdo de nuevo, la postura que defiende que sólo existe la naturaleza, que coincide con el ámbito de objetos del que se ocupan las ciencias naturales. Y que por lo tanto considera que la verdad, incluida la que atañe a nuestro autoconocimiento, se limita a la ciencia. Si lo aplicamos a la filosofía de la mente, lo que Gabriel combate es todos aquellos planteamientos -muy numerosos e influyentes hoy- que consideran que la mente tiene que encajar en el orden natural, o que el cerebro fabrica pensamientos como el riñón fabrica orina.

En Neoexistencialismo además es muy explícito al describir el gran problema de la filosofía de la mente actual; Gabriel considera que el concepto de mente es tremendamente ambiguo y confuso, porque finalmente es consecuencia de nuestros esfuerzos de diferenciarnos del universo físico y del resto del reino animal.

Ya en Yo no soy mi cerebro Gabriel exponía dos cuestiones que son centrales en Neoexistencialismo. La primera, una aclaración respecto a su relación con el existencialismo, que está basada en la imagen de la libertad de Jean-Paul Sartre y que tiene sus raíces en una larga tradición desde la Antigüedad hasta la filosofía contemporánea pasando por la Ilustración francesa y el idealismo alemán. La segunda, una reivindicación del concepto de espíritu (el Geist alemán, que no tiene equivalente exacto en español), que no se deja reducir a los fenómenos naturales y de la filosofía del espíritu, que ha sido barrida y reducida sólo al fenómeno de la conciencia. Uno se relaciona con el otro, porque el Geist, además de ser una estructura explicativa de la acción humana, es la esfera de la libertad.

En este libro, dividido en una introducción y 5 capítulos, sólo 2 están escritos por Gabriel. El primero, donde sintetiza su postura (el más extenso, que se trata de una versión ampliada de un artículo presentado como conferencia en varias universidades), y el último, donde responde a las observaciones de los otros autores que escriben: Maclure en la introducción, y en los capítulos 2, 3 y 4, Charles Taylor, Jocelyn Benoist y Andrea Kern. Todas perspectivas interesantes, pero podríamos destacar la de Taylor, que obliga a Gabriel a refinar su postura y distinguirla del existencialismo.

Neoexistencialismo nos ofrece un pensamiento exigente, riguroso y muy sugestivo, que se robustece de la discusión actual, en uno de los campos más apasionantes de la filosofía contemporánea.

Diego Civilotti – 7/01/2021

“Diderot contra el colonialismo y las tiranías. Contribuciones políticas a la Historia de las dos Indias” de Denis Diderot (Plaza y Valdés, 2020)

El inclasificable Denis Diderot daba que hablar en su tiempo y lo sigue haciendo hoy. Más aún si cabe, puesto que en vida no fue tan conocido como lo es hoy, pero lo suficiente para ser encarcelado en la prisión de Vincennes, como advertencia frente al contenido de sus textos, que molestaban a monarquía e Iglesia por igual.

Hacia el final de su vida comenzó a colaborar en una obra colectiva, como lo era la célebre Enciclopedia francesa que dirigió junto a Jean d’Alembert: se trataba de la Historia filosófica y política del establecimiento y del comercio de los europeos en las dos Indias, que de forma abreviada conocemos como Historia de las dos Indias, dividido en 19 libros, donde 5 hablaban de las Indias Orientales y 14 de las Occidentales. Esas contribuciones de Diderot son las que Roberto R. Aramayo ha traducido y editado para Plaza y Valdés con el título de Diderot contra el colonialismo y las tiranías. Contribuciones políticas a la Historia de las dos Indias. En una primera parte se traducen dieciséis fragmentos muy variopintos, que el autor francés había escrito para la segunda edición de 1774, a lo que siguen 7 capítulos sobre temas específicos: reflexiones sobre la religión, la moral, las naciones civilizadas y las naciones salvajes, la guerra, el comercio, y las bellas artes. 

Más allá de pensar desde el corsé intelectual y la sensibilidad de un hombre del XVIII con todos sus prejuicios, estamos frente a un pensamiento audaz y avanzado a su época. La contribución de Diderot a esa obra está llena de declaraciones contra el colonialismo, el esclavismo y el Antiguo Régimen, con una actitud muy abierta al conocimiento de otras culturas.

Después de unos fragmentos diversos, el primer capítulo está centrado en una crítica y un análisis de la religión, donde Diderot reivindica la separación entre el Estado y la Iglesia y resume sus conocimientos sobre el brahmanismo y el código civil de los hindús, una civilización que le interesa por su antigüedad. A continuación, un breve capítulo sobre la moral, que desvincula de la religión, y asocia a una naturaleza para que sea universal. El tercer y cuarto capítulo están dedicados a una distinción insostenible, como nos ha enseñado la antropología en los últimos doscientos años, entre naciones civilizadas y naciones salvajes, donde Diderot habla de las dificultades para civilizar (desde su concepto de civilización) a China y Rusia, ahogadas según el autor en el despotismo y las supersticiones, y desde un concepto idealizado de lo “salvaje” que lo considera abandonado al instinto y a un estado de naturaleza inocente y libre, no contaminado por la civilización.

Su crítica a las luces de la ilustración, y a la civilización (especialmente a las naciones viejas y corrompidas) viene coronada por una terrible sentencia, que al mismo tiempo será premonitoria de lo que sucederá cuando Diderot ya esté muerto: “Una nación no se regenera sino en un baño de sangre”. Una advertencia que Diderot coloca antes de avisar a Luis XVI sobre la decadencia de Francia y de su reino.

En el quinto capítulo encontramos un vehemente alegato contra las guerras colonialistas: “¿por qué hace falta que os destrocéis mutuamente y que los pechos de vuestra nodriza estén contínuamente tiznados de sangre?”. Después, un episodio dedicado al comercio y a la crítica del colonialismo donde Diderot afirma que “conquistar y expoliar con violencia es una y la misma cosa”, y en el que hace una lectura entusiasta de un fenómeno contemporáneo, como fue la Revolución de las 13 colonias de América que se independizaron del Imperio Británico o una reprobación de la esclavitud, en la Europa ilustrada que se cree adalid de la libertad y fraternidad humana. Para terminar, un episodio en el que deposita en otros pueblos la esperanza de que desarrollen sus propias artes, ciencias e industrias.

Por encima de todo, estamos frente a un ejercicio brillante de filosofía crítica -en el sentido que tiene el krinein griego, es decir, discernir a partir de separar y discriminar- separando la moral de la religión, el Estado de la Iglesia, la naturaleza y la civilización… Más allá del colonialismo y las tiranías, pensemos en los clérigos, la Iglesia y la religión desde nuestra actualidad, no referida a las confesiones o a la religión cristiana, como a las religiones actuales, en torno a los emprendedores, la eficacia o las pseudo-ideologías simplistas que se coagulan en “nuevas iglesias” repletas de símbolos degradados. Y entonces el mensaje de Diderot resuena con fuerza y nos habla con más elocuencia que muchos filósofos que pretenden ser actuales.

Diego Civilotti – 31/12/2020

“Covidosofía. Reflexiones filosóficas para el mundo pospandemia” de (comp.) Dulcinea Tomás Cámara (Paidós, 2020)

El primer acercamiento colectivo en español desde la filosofía a la era de la pospandemia: un volumen colectivo coordinado por Dulcinea Tomás Cámara, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid, y editado por Paidós. 

Su título y su subtítulo puede conducirnos a creer que estamos ante una simple maniobra editorial para vender libros sobre un fenómeno de actualidad, y confieso que es lo primero que pensé cuando vi este libro. Sin embargo me llamaron la atención algunos de sus autores, que por su trayectoria considero lejos de jugar a ese juego de las novedades editoriales. Tal es el caso de Roberto R. Aramayo, Fernando Broncano, Ana Carrasco-Conde o David Casacuberta, por citar algunos nombres. 

Es un libro peculiar, escrito al calor de un fenómeno ya no reciente sino en proceso, y eso lo hace también interesante. La filosofía suele ser, como decía Hegel, el búho de Minerva; así lo explicaba en el prefacio a su Filosofía del derecho: “cuando la filosofía pinta el claroscuro, ya un aspecto de la vida ha envejecido y en la penumbra no se le puede rejuvenecer, sino sólo reconocer. El búho de Minerva inicia su vuelo al caer el crepúsculo”. La filosofía, en este sentido en la que la caracteriza Hegel, comienza a hablar de algo cuando esto ya ha sucedido. Aquí sin embargo, estamos ante un ejercicio que se atreve a hablar de un fenómeno que está sucediendo ahora mismo, como es la crisis de la COVID-19. Una crisis que nos atañe a todos, nos guste o no, con consecuencias no sólo para la salud, sino también para la economía, la política, las sociedades. 

Leemos un conjunto de voces reunidas en 24 textos divididos en 5 partes, muy bien estructuradas. Una primera parte titulada “Otros mundos” con aportaciones destacadas como la de Fernando Broncano, Concha Roldán o Roberto R. Aramayo, en la que se piensa la irrupción de lo extraño, de lo Otro a partir de esta gran crisis. Una segunda titulada “Contagio”, con reflexiones-límite, como dice el artículo de Jaime Santamaría, y en general textos sobre la pandemia como acontecimiento sanitario y sociológico. “La compañía” es la tercera parte; en qué lugar queda la relación con el otro, y el propio concepto de comunidad y sociedad a partir de esta situación. Una cuarta parte titulada “Fracturas” dedicada a todo aquello que se rompe en esta anomalía a nivel mundial, la confesión de no saber -muy interesante, en manos de David Casacuberta- y en general la situación miserable a la que nos hemos visto arrojados cuando nos han puesto un espejo delante. Y una quinta parte, titulada “Futuro”, muy atrevida. Ya no habla de algo que está en movimiento, sino que se atreve, no a profetizar, sino a pensar a dónde nos puede llevar la situación, qué consecuencias puede tener lo que está sucediendo y cuáles son los grandes desafíos filosóficos de la actualidad. 

En general, un libro que aborda el fenómeno desde muchos ámbitos, desde un puntos de vista políticos, sociológicos, pero también ontológicos, desde la teoría del conocimiento, la filosofía de la ciencia… Un trabajo muy meritorio, el de haber reunido estas voces que han escrito durante el confinamiento, en una edición magnífica que incluye un índice onomástico y un índice de temas, que facilita la búsqueda, una bibliografía final muy completa y propuestas de lecturas. Un libro muy útil para extraer reflexiones sobre un fenómeno que representa un reto (también) intelectual. Un libro también de lectura sencilla, porque en líneas generales los autores exponen sus ideas y sus dudas, de forma clara y directa. Incluso apasionada, al ser ellos mismos objetos y sujetos de la propia reflexión.

Diego Civilotti – 24/12/2020

“Anti-Nietzsche. La crueldad de lo político” de Jorge Polo Blanco (Taugenit, 2020)

Jorge Polo juega limpio y pone sus cartas sobre la mesa desde el principio en este ensayo: situándola en el eje (decimonónico) revolución-contrarrevolución, la filosofía política que se puede destilar de la obra de Friedrich Nietzsche, más importante que lo que se suele dar a entender, es profundamente reaccionaria y elitista. Las propuestas políticas que Polo subraya en Nietzsche, las califica de “inquietantes” y en cualquier caso, enemigas de la democracia y el socialismo e incompatibles con cualquier propuesta emancipadora. Nietzsche ha tenido seguidores entre estos últimos, pero también sus grandes apóstoles han sido grandes enemigos de esas propuestas. En el ámbito hispanohablante sobresalen nombres como los de José Ingenieros o el de José Ortega y Gasset.

¿Un pensador alejado de la política y de lo político? se pregunta el primer capítulo. La respuesta es claramente no. En este sentido, Polo reivindica la lectura política de Nietzsche que hiciera György Lukács desde una filosofía marxista a mediados del XX, con la que sintoniza en varios aspectos, y se apoya mucho en el ensayo Nietzsche contra la democracia de Nicolás González Varela, publicado hace diez años.

No abunda la bibliografía sobre la dimensión política de la obra de Nietzsche, especialmente en lengua española. En las últimas décadas se ha procurado extraer esa dimensión política, acudiendo especialmente a sus fragmentos póstumos, como también se realiza en este libro. Quizás no estamos ante una lectura tan heterodoxa como se presenta a sí misma, pero sí una lectura que no encaja con aquellas dominantes en el mundo académico actual, que profesa en muchas ocasiones un culto a su figura y que ha insistido en lo que Polo llama “una exégesis despolitizadora”, y tampoco con esa izquierda intelectualmente (cada vez más) débil que se lo ha apropiado sin leerlo.

Sin embargo, hay algo más que una voluntad de ocultar su legado en materia política o de llevar a cabo un “silencio deliberado”, como el que Polo denuncia en un especialista como Miguel Morey. Resulta difícil no sólo deducir una normatividad política, sino también una propuesta moral concreta del pensamiento de Nietzsche, más allá de lo que llama la “gran política”, que este libro aborda en el cuarto capítulo; es decir, aceptar la moral kantiana, la moral de la convicción, para el rebaño, para aquellos incapaces de decidir por sí mismos los principios, como un instrumento que los poderosos deben utilizar en beneficio del superhombre. Dicho de otra manera, muchos deben vivir la moral del rebaño para que cada cierto tiempo, emerjan ejemplares del hombre superior.

Aunque en ocasiones se hace (para asimilar a Nietzsche al darwinismo social) se echa en falta una mayor contextualización de las afirmaciones de Nietzsche, en el entorno intelectual alemán del XIX, no para matizarlas sino para entenderlas desde su realidad y no desde la nuestra (recordando el célebre proverbio árabe que afirma que «los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres»). Polo insiste en la relevancia política de su pensamiento (soslayada por todos los comentadores que analiza: Onfray, Sloterdijk, Vattimo…), llegando a sostener que “solo si asumimos de manera plena su cosmovisión radicalmente reaccionaria, su odio (y su temor) a la revolución social, podremos comprender la coherencia interna del pensamiento nietzscheano”.

Con toda la incomodidad que nos ha generado (y agradecemos porque la incomodidad y la perplejidad son grandes motores del pensamiento), atreverse a mantener el pulso intelectual con Nietzsche es revitalizar su obra, y por eso no podemos más que dar la bienvenida a este texto, ameno y provocador. Si el mundo académico en lengua española tiene aún los nervios despiertos, este libro debería provocar algún que otro movimiento sísmico.

Diego Civilotti – 17/12/2020

“La superación de la indiferencia. El sentido de la vida en tiempos de cambio” de Alexander Batthyány (Herder, 2020)

Si Victor Emil Frankl (1905-1997) viviera hoy, seguramente diría cosas parecidas a las que escribe Alexander Batthyány en esta novedad de la editorial Herder titulada La superación de la indiferencia. No explicaremos quién fue Frankl, pero en pocas palabras y para lo que es más relevante en este caso, podemos decir que fue un filósofo y psiquiatra, y en este ámbito uno de los más influyentes del siglo XX: ahí está un clásico como El hombre en busca de sentido para corroborarlo. Creador de un sistema terapéutico llamado Logoterapia, que definió como “una psicoterapia centrada en el sentido”, se le considera representante de un linaje vienés que comienza en Sigmund Freud, continúa en Alfred Adler y desemboca en él.

Battyhány, director del Instituto Viktor Frankl de Viena, es el principal representante del legado de Frankl en la actualidad. Y en este libro aplica esa orientación al análisis de los fenómenos actuales relacionados con la crisis de valores y especialmente, en una escala individual, con actitudes generalizadas de desánimo e indiferencia frente al mundo y frente a la propia vida. Porque él sostiene que no existe la pérdida de valores, sino la pérdida de la voluntad y la fe para ponerlos en práctica día a día, la incapacidad para hacernos responsables de dar sentido a nuestras vidas. Esto es fundamental más allá de la esfera individual, porque como bien sostiene el autor, la multiplicación de las patologías mentales y la regresión de los valores democráticos en nuestras sociedades son epifenómenos de ese fenómeno fundamental.

Sociólogos importantes de nuestra época como Pierre Bourdieu, han constatado eso desde hace décadas, en las generaciones más jóvenes. En los hijos de aquellos que cuando tenían su edad, por lo menos jugaban a ser libres y a transformar el mundo. Es decir, Batthyány no está diciendo nada nuevo en ese aspecto ni está analizando un fenómeno por primera vez, pero sí es original las premisas desde las que lo hace y las propuestas concretas para hacer frente a esa indiferencia existencial, individual y colectiva, desde la Logoterapia y la Psicología existencial.

Escrito en un estilo sencillo y directo, estamos pues, frente a uno de esos textos que navega entre la filosofía y la psicología, nutriéndose de ambos campos, que por otra parte tienen muchas de sus fronteras desdibujadas. Puede llamarnos la atención pues, esa orientación práctica e incluso terapéutica, pero no deberíamos olvidar que en determinados momentos de la historia la filosofía ha tenido esa orientación como divisa: pensemos en corrientes tan relevantes como el epicureísmo o el estoicismo.

La orientación que sigue Batthyaány, heredada de Frankl, considera que el desarrollo completo de una persona depende de su capacidad para preguntar y responder (en una respuesta que es búsqueda siempre abierta) acerca del sentido de su existencia única e irrepetible. Se trata de una antropología que bebe mucho del existencialismo, una de esas etiquetas cómodas que utilizamos para introducir una infinidad de autores, pero que se materializó en corrientes concretas a partir de los años 30 del siglo pasado. El grito del existencialismo fue el del hombre concreto frente al gran sistema, el de carne y hueso frente a las fantasmagorías teóricas. Esa reivindicación también está en la base de La superación de la indiferencia, en especial en su profunda apuesta por la libertad humana, explícita en los capítulos cuarto y quinto, bajo la máxima “atreverse a ser libre”.

Hay una premisa fundamental en el libro de Batthyány: al ser humano le pertenece desde que entra en el mundo, una estructura idealista, que le empuja a la esperanza, la búsqueda de sentido y la responsabilidad; a hacerse cargo de la propia existencia. Algo que de tan ingenuo que suena ya a nuestros oídos llenos de cinismo, puede ser no sólo diferente, sino incluso revolucionario. Un libro que habla de esperanza en la era de la desesperanza, de idealismo en la era del conformismo, de libertad en la era de las esclavitudes voluntarias, en resumen, de compromiso con la vida en la era de la indiferencia

Diego Civilotti – 10/12/2020